viernes, 3 de julio de 2009

Terror I

Llegamos a las 9:00 PM en punto y cuando Eliana nos abrió la puerta, supimos que había llegado el día que habíamos estado esperado por toda esa semana.
Afuera hacía frío, parecía que iba a llover y yo me estaba congelando.
Nos sentamos en el suelo de su cuidada sala, una pila de películas de terror estaban encima de la mesa, frente al televisor apagado. Al lado, tazones con popcorn y demás comida chatarra.
Me di cuenta que a mi costado había un sixpack de sodas y cerveza.
Estuvimos hablando un rato de cualquier cosa y pronto llegaron todos los demás. Pusimos las películas en el reproductor y estuvimos viendo aquellas imágenes de muertos devora-hombres, virus letales que transformaban a personas en monstruos y exorcismos espantosos.
Yo luchaba contra eso y contra mi miedo a la oscuridad. Nadie sabía que lo tenía, ni nadie debía de saberlo... todos ahí eran inmunes a esas cosas.
Todo termino y pasamos un par de horas debatiendo sobre brujas y fantasmas, hablando sobre experiencias, alumbrados por la luz del techo que comenzó a parpadear cuando Paul terminaba de decir como había visto a su abuelo levitar por la noche.
Nos fuimos a dormir a las doce de la noche, después de más horas de charla y películas cada vez más horrendas que a penas pude soportar.
El popcorn me daba vueltas en el estomago, igual que la Coca Cola. Pero aguanté, afuera había una tormenta y no podía regresar, mucho menos sola en mi auto, a aquella hora de la noche.
Sacamos nuestros sacos de dormir y comenzamos a roncar en el suelo de la habitación, todos cayeron al instante menos yo.
Me temblaba todo el cuerpo. Solo podía recordar las películas y los gritos y el relato de Paul... me estaba meando de miedo y nadie lo sabía.
Mi imaginación o quizás fue real, me mostraron que el piso comenzó a tronar como si alguien se acercara, moví a Eliana para decirle que había algo, pero me mandó al carajo y tuve que obligarme a dormir.
Y lo logré horas después, a las 2:00 AM. Hasta en ese momento yo estaba segura de algo.
Estaba segura que algo me observaba en la esquina de la habitación.
Siempre he tenido la fobia que nunca estoy sola en la oscuridad.
Siempre habrá algo ahí.
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