-¿Noelle?
Y ella estaba a solo unos metros, tal como la había conocido. Menuda, de ojos grandes y claros, con su cabello castaño rodeando su angelical cara. La niña de siempre, la joven de siempre. La de siempre.
Noelle lo miró desde donde estaba, sus ojos brillaban con una fuerza increíble. Se escuchó un gemido y ella comenzó a temblar disimuladamente. Entonces corrió hasta Laurence y enredó sus brazos alrededor de su torso, pues él era más alto.
Hundió su rostro y apretó las manos, soltando un sollozo. Quebrándose en miles de pedazos, las lágrimas salían, inevitables. Laurence se quedó rígido, sin saber que hacer.
-¿Por qué?- preguntó Noelle con un hilo de voz, sin levantar el rostro.
Laurence sintió una punzada por dentro.
-¿Por qué te fuiste?- preguntó ella de nuevo.
-Lo lamento- dijo Laurence, temoroso de decir algo malo -Lo lamento.
-Idiota- repuso Noelle sin soltarse ni dejar de derramar lágrimas -Eres un idiota.
Él no se movió, solo escuchaba. Algo le carcomía adentro... ¿Qué era?
-Te odio, Laurence- dijo la chica hundiendo más su rostro -Te odio con todo mi corazón- Y la voz se le quebró a mitad de la frase -No sabes lo que haces... no sabes nada- siguió, con la poca fuerza que le quedaba. -No te voy a perdonar por esto- Noelle dejó de abrazar con tanta fuerza al chico que solo estaba de pie -Jamás voy a perdonarte por lo que has hecho, no voy a perdonarte por haberme dejado sin nadie... no... no tienes la menor idea de lo que es... no voy a perdonarte jamás.
Laurence levantó los brazos, dudoso de lo que hacía. Entonces los puso sobre Noelle y le devolvió el abrazo, dejando que ella llorara en él, descargando todo aquel sentimiento de abandono.
-Lo lamento, Noelle- le dijo al oído, acercándose hasta oler su blanca cabellera -Lo siento mucho.
La joven sonrió, sin que Laurence la viera y luego tomó un poco de aire.
-No importa- dijo Noelle, limpiándose los ojos con la manga de su uniforme. -Solo... no te vayas.
-No lo haré- respondió Laurence. -Nunca más.
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