lunes, 6 de julio de 2009

Me voy

-Oye... está enferma.
-¿Uhm?
-No se. No se sabe que tiene pero está en cama desde hace tiempo.
-Que pena... con razón no sabía de ella por tanto tiempo.
-Si. Dicen que estaba tan triste que cayó enferma.
-Trataré de ir a visitarla lo más rápido que pueda.

Y adivina qué.
Pues sí, fuiste a visitarme.
Estaba ahí acostada, mirando al techo y de vez en cuando a la ventana desde la cama, pensando en qué sería de la vida de todos... La mayoría me había visitado, llamado y entregado tarjetas de Mejórate y a pesar de todo, seguía sintiéndome la persona más infeliz del mundo.
Pensaba de vez en cuando en ti, pero jamás esperé que vinieras a verme.
Cuando llegaste traté de sonreír, quizás solo obtuve un resultado lejos de lo que esperaba. Me saludaste de lejos y no sabías que decir.
Yo tampoco.
¿Que tan mal me podías encontrar? En fin... siempre supiste que estabas tratando con una persona herida que no cicatrizaba, que tenía miedo de todo, frágil y triste...
En ese momento que me estaba muriendo me pregunté si de verdad ahora me creerías. Cuando te decía que estaba desfalleciendo no bromeaba. Jamás he bromeado con lo que te contaba.
Te miré, a unos metros de mi cama, callado como estatua.
Y ahí, sin aguantar más me eché a llorar sin parar.
Me volteé, pero sabía que me estabas viendo. Las lágrimas me salían como un torrente y yo sentía que me quedaba sin fuerza ni alma ni vida.
Aguanté lo que pude.
Pero no me importaba que me vieras llorar ahora... de todos modos era probable que no me volvieras a ver.
En cualquier momento yo podía despedirme de todos para siempre.
Para siempre de ti.
Y al lugar donde yo me vaya... me pregunto si podría observarte. En fin...
No es el primer adiós, porque siempre logras volver y hacerme reír.
Pero esta vez la que no va a volver voy a ser yo.
Y quieras o no, tienes parte de la culpa.
Ya me voy... no te preocupes.

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