jueves, 16 de julio de 2009

Heiterkeit und Unschuld

No interesa. Definitivamente no me interesa, ni ahora ni tampoco imagino que mañana me interese. Lo más probable es que no quiera recordar absolutamente nada, haga que he tomado demasiado alcohol hoy y me olvide de quién eres.
Eso puede funcionar.
Pero la verdad es que convencerme a mi misma que no ocurre nada es mucho más difícil que convencer a los demás que nada me ocurre. Ja... seamos sinceros, la gente es ingenua y con unas pocas palabras cualquiera puede pensar que eres feliz cuando te sientes miserable.

De todos modos no es el punto, ni nunca lo ha sido.
Sería perfectamente genial que el Dr. Elías me pusiera esa enorme aguja verde llamada anastesia en la boca de nuevo a recordar una situación tan desagradable. ¿Sabes qué?
Desearía ponerme al lado de tu cama por la noche con un megáfono a gritarte un gran y amoroso JODETE. Luego puedo desaparecer y dormir riéndome.
Pero no. No puedo, uno porque es imposible y dos, por la razón más desagradable de todas que no me atrevo a pensar.
Porque no te lo mereces.
No, maldición. No te lo mereces porque NADA es intencional, NADA es de mala intención y NADA jamás se te pasa por la cabeza.
¡Que bien! Puedes ser feliz mientras me sale humo de los oídos y quiero ser Voldemort en persona y hasta más, porque siento más cólera que ese calvo sin nariz...
Efectivamente... no te mereces ni siquiera un poco de mi enojo, porque nada es... bueno, ya dije todo eso antes.
Eres invencible.
Y alguien que no se puede odiar... todo es parte de mis tragedias que pinto a partir de unas malditas acuarelas que me das tu con las cosas que...
En fin... no te mereces que te odie.
Ni tampoco lo merecerás jamás.

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