jueves, 13 de octubre de 2011

Claudia

Claudia, pasión de mi vida, calor en la noche, mi frío invernal. Claudia, escúchame. Escúchame como si fuera la última vez que tienes que aguantar las tonterías de este desdichado que te habla y soportar cómo desnudo mi corazón a jirones en tus manos. Responde Claudia, con la luz azul que emanan tus ojos perfectos ¿Me amarás si comienzo a amarte? ¿Continuarás el camino si prometo acompañarte?
Qué rara es la vida, Claudia, amor mío, cuando hace tiempo juré que no eras más que mi distracción, mi juego privado, mi mayor de mis tesoros. Qué mentiras tan miserables y qué promesas tan crueles llegué a hacerte. Decir que era imposible amarte, vida mía, decir que eras tan fría ¡Lejana! ¡Tan simple! Y ahora mírame, Claudia, estoy hecho una desgracia, una ruina de hombre, humillándome a  tus rodillas blancas y redondas te confieso que te amo.
Y puedo ver tu rostro afligido de desprecio, cómo me odias, cómo me aborreces, Claudia de mi alma, cómo ocultas tu semblante lloroso y te alejas ¡Me dejas! ¡Te vas porque te desagrado en sobremanera y yo comprendo, Claudia, pero dame un tiempo, dame un respiro!
Te juro que ahora sí creo en el amor y creo en ti y en la belleza de la vida, perdóname, ángel mío, perdón por intentar arrancar tus ilusiones, por hacerte creer que todo es de piedra y nada es suficiente, que eras un nombre más en este corazón y ahora te llevo escrita con fuego ¡Claudia! ¡No me retires el rostro, no me trates con desprecio, por más que lo merezca!
¡Ah, en cuerpo, alma y mente estoy entregado a ti! A cada palabra, dulce amor, que dices, cada gesto, cada paso que diste a mi lado ¡Lo amo, Claudia! ¡Lo amo! Qué infeliz que fui, cuánto tiempo he perdido...
Teniéndote a mi lado, sabiendo que pudiste haber sido mía ¡Para siempre! ¡Para la eternidad! Y ahora te pido que me acompañes cuando estuviste ahí siempre, que me ames cuando fue lo primero que hiciste y yo ¡Te subestimé! ¡Te hice creer en que el amor no existía, frágil Claudia, amada Claudia!
¿Qué voy a hacer ahora sin ti? No puedes mirarme, no puedes tocarme. Esas manos que besé tantas noches ya no me alcanzan, tus labios que besé incansable me rechazan como a una enfermedad. ¡Cómo me mata tu desprecio!
No puedo vivir, Claudia, no me pidas que continúe y mire hacia adelante, porque no puedo vivir.
Mi vida eres tú.
Y tú te has ido para siempre.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Entrevista con el vampiro? Pregunta un poco ignorante..

Requiem dijo...

No, en realidad no. Ayer escuchaba a una pieza de piano que se llama Claudia y se me ocurrió lfjsd :)

AnaRC dijo...

No puedo vivir, Claudia, no me pidas que continúe y mire hacia adelante, porque no puedo vivir.
Mi vida eres tú.
Y tú te has ido para siempre.


Me encanta esta parte, me recuerda a algo que me pasó hace meses.

Un saludo!:)