viernes, 20 de enero de 2012

Días Rojos

Tu pasión como cera caliente, a lágrimas, a cascadas que se derrama por los pliegues vacíos y quema en el alma, como la marca del Demonio. Pero qué profundo se siente tu aroma demoníaco, qué frío es tu tacto celestial, como una incertidumbre, como un grito interrumpido. 
Y me marco las yemas de los dedos, reprimiendo ese deseo escondido, pagano y tan público de amarte como solo se aman los locos. Estamos tan locos, tan poseídos y solo el escalofrío podría explicar lo que es amarnos de esta manera.
Ah, pero si tan solo supieras lo que es, si tan solo en un susurro pudieras decirme qué se siente, allá, del otro lado, donde descansa el hierro caliente, la madera dulce y tentadora. Es cerrar los ojos, sudar frío, tocarte todo el tiempo y cada vez es como algo nuevo, algo secreto.
Nocturno como una serenata. Ah, pero si eres tan feroz como el mar, tan sereno como los amaneceres, eres mi tormenta, mi pasión mejor dibujada, la felicidad redonda y fecunda de los amantes en el nudo de la cama, en el perfume de las sábanas, estás en todos lados, y yo, te amo tanto.
En tu cuerpo perfecto, en tu voz de miel envenenada y santa guardas el secreto del éxtasis, la vida misma, la juventud eterna, el pasaje más directo hacia el frenesí más humano, más profunda. Ah, pero si tan solo pudiera escuchar tu voz de magia todo el tiempo, tu palpitar gitano, tu susurro tibio que araña la piel como la mejor de las locuras, como las mordidas de los besos, el espacio rojo en donde se pierden las pasiones, se consuman los demonios con los ángeles, se retuercen las confesiones.
El muelle de aguas calmadas, el vuelo de pluma de donde corre el agua fresca de tu melodía repentina. Ah, pero si eres casi la perfección y al mismo tiempo me traes tantos errores, tropiezos perfectos, ganas de levantarse, como el mejor de los amores que solo hiere y enseña.
Llorar cuando duermes y no puedo interrumpirte, llorar cuando te tengo lejos, los días lentos, los atardeceres tristes, el frenesí enfriándose en lo que es la pena, mi corazón marchito por las horas silenciosas, sin tu cuerpo de primavera, sin tu corazón de tormenta.
Qué puedo hacer, si eres lo más vivo que me acompaña.
Cómo puedo abandonarte, si eres lo más eterno que me queda. 

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