Para tí:
Hola. Honestamente iba a poner algo como "Querido..." pero poner tu nombre me hace sentir extraña, y poner tus sobrenombres me hace sentir infantil. No se porqué estoy haciendo ésto, no se porqué me repito que ésta noche es la despedida, por mas que a mi me haga morir y a ti te fastidie pero nunca te haga pensar porqué una amiga en la que confiabas tanto te dice éstas cosas. Quizás entonces te preguntas ¿Era verdad lo que me decían? ¿Era verdad que me amó y yo solo fui ingenuo o quizás demasiado cruel para nunca aclararle la situación? ¿Debí de romperle el corazón cuando tuve la oportunidad para que no haya una oportunidad de que sufra más?
Ya no vale la pena que te preguntes esas cosas, o que si quiera pienses en mí porque te prometo no volver a cruzarme en tu camino, prometo que intentaré que te olvides de mi nombre y que de tu mente se borren todos los recuerdos que en éstos últimos años se crearon de forma tan bella.
Voy a serte honesta ésto no es sencillo, no es que mañana voy a olvidarme de ésta carta y de todo lo que ha pasado y entonces nuestras vidas continuarán como siempre. ¿Existe un "como siempre"? ¿Si quiera puedo atreverme a pensar en cómo hubieran sido nuestras vidas, si nunca te hubiese respondido en esa noche hace años?
A pesar de que se que ésta es la despedida más dolorosa del mundo y que nunca vas a entender cómo se siente (tampoco te pido que lo intentes) aún así quiero decir un poco más. Quiero preguntarme en qué estás pensando, qué cara de cansado, de harto o de concentrado tienes ahora mismo y si te atreverás a pasar de nuevo por aquí, de decirme "Hola" mañana e ignorar todo lo que estoy diciendo porque para ti no tiene nada de malo.
Porque un día dijiste que yo era yo.
Y así ahora yo puedo decir que tú eres tú.
Y no importa las cosas que haga, no importa el tiempo que pase ni las personas con las que te juntes nunca vas a cambiar. Primera cosa que nunca aprendí, primera cosa que alguien debió de hacerme entender para que así dejara de pensar que yo era especial.
Tú decías que yo era especial.
Yo te creí y me sonreía porque cuando estabas cerca me sentía mucho más. Me sentía más fuerte, más madura, más mayor. Me sentía mejor. Tenía un espacio de mi tiempo donde me podía olvidar de todos mis errores y en lo que me convierte en alguien tan poco agradable a la vista.
Me sentía bonita cuando hablabas.
Cosa extraña... pues nunca me consideré bonita.
Decías muchas cosas. Eso es cierto. Decías cosas que nunca nadie me había dicho y quizás el otro problema es que tú has visto más cosas que yo. Sabes más, has visto más, has vivido más años. Y yo por otro lado soy lo suficientemente pequeña como para emocionarme por una frase, lo suficientemente débil como para continuar llorando de felicidad toda la noche después de tus visitas, de tus mensajes, de tu presencia sin importa en qué medio se presente.
Me has transformado en alguien cursi, me sensibilizaste, me hiciste reír a flor de labio y ahora mismo me estoy riendo y lloro al mismo tiempo porque todo ésto se acabó.
Ya no más visitas.
Ya no más palabras bonitas de tu parte.
Porque se que odias éstas cosas del sentimentalismo. Siempre sospeché (fue siempre como un auto-consuelo) que cosas de la vida te habían hecho un poco más distante, que desconfiaste más de las personas con las que andabas y que en el silencio, siempre, SIEMPRE tuviste miedo a sentir algo verdadero.
Así que te ocultaste en una tontería que defendías mucho.
Y yo lo ignoraba porque no creía que fuese en serio, pero si fue en serio. Y hay cosas de ti que podía observar, que podía soportar durante toda la eternidad y jamás derramar una lágrima...
Pero ya no me di cuenta que no soy rival fuerte.
Yo no tengo un rival.
No tengo a una mujer a quien envidiarle el tiempo que pasa contigo, no tengo odio que darle a nadie, no tengo algo como "que tiene ella que yo no" y es porque yo no soy así.
Porque ella no existe.
O quizás si lo hace... pero yo no la puedo ver porque mis ojos no son como los tuyos.
Tú puedes hablarle todos los días.
Visualizarte con ella y los lugares donde solían ir.
Llorar, si es que te apetece pero sabes que eso se terminará algún dia.
Puedes hablarle, susurrarle, gritarle, escribirle, comunicarte cuando se te antoje.
En la oscuridad de tu habitación recordarla y sentir que ese punto a tu izquierda palpita hasta hacerte sonreír, decir su nombre antes de dormir y eso es todo.
Yo soy yo ¿Cierto?
Yo escucho, yo veo, yo siento.
Pero ahí se terminó la historia.
No te deseo lo peor, no deseo que te mueras ni que te atropelle un auto. A penas puedo decir "Jódete" como Sarah me repetía y esperar a que yo misma acepte que todo ésto ha sido un juego maligno del que nunca debí de participar.
No puedo olvidarme de las risas.
Tampoco de esa noche que me calaba los huesos.
Mucho menos de la primera vez que me sentí muda, indefensa, completamente infantil en tu presencia.
Y aunque quisiera que todo continuara normal, que las cosas mañana sean como siempre, que me saludes o que me digas que no es el momento, que llames o que cuelgues, que rías o que llores...
Ya no puede ser así.
Siento como si mi alma no pudiera despegarse de tu recuerdo y es una sensación dolorosa. Sabes cómo es todo ésto ¿Cierto?
Sabes lo que es el dolor.
Pero nunca vas a estar del lado donde yo me encuentro ahora.
Y entonces te vas y yo me encuentro de nuevo imperfecta. Fea, desagradable a la vista y especial... siempre especial... porque esa fue una de las cosas que nunca se me borraron de ti.
Tengo una lista con las frases que has dicho en éstos años y me hace feliz cuando las leo. No se si eso cambiará, no se si ahora me hará llorar o reír de nuevo, de quebrarme o sentir que los recuerdos aún me sirven de consuelo.
Lamento que te enteres de éstas cosas.
Lamento no poder ser tu amiga por más años porque me matará... me gustaría continuar escuchándote, leyéndote y aprovechando de tu energía tan buena y perfecta...
Pero no se si me lo puedo aguantar.
Si no me llevará a un borde donde nunca he llegado antes.
Supongo que aún faltan muchas cosas que decirte. Podría comenzar a recordar todas las cosas bellas que me has hecho pasar y todas mis tonterías de niña inocente que pensé contigo. Todos mis sueños, mis pecados, mis frases y mis noches donde no podía dejar de llorar.
Ahora si puedes saber que soy débil.
Ahora sí puedes convencerte que no dejé los sentimientos a un lado como una vez sospechaste ¿Lo sospechaste en serio?´
Ésto es mi dolor y una despedida.
Te prometo que algún día el mundo se va a enterar de ésta historia y quizás en ese momento te acuerdes de mí, de mis tonterías, de mis intentos por aguantar la risa, mi mirada sin mensaje alguno y de mi voz que nunca fue perfecta, mucho menos dulce, mucho menos común.
Deseo que todo te vaya bien en la vida.
Que si sufres alguna vez y tu dolor se asemeja al que me mata ahora, entonces estaré un poco más tranquila más tu dolor no me hace feliz.
No llores.
Y siempre sonríe.
Porque si tuviera que pedir un deseo antes de morir, probablemente sería verte sonreír una vez más.
Éste es mi dolor y mi adiós.
Siempre estará tu sello en mí porque ni siquiera yo creo en la esperanza de olvidarme de tu existencia, de cómo eres y qué has hecho. Siempre voy a pertenecerte aunque me niegue.
Siempre encontrarás un pedazo de algo en mí aunque yo me sienta nada ahora.
Ven cuando lo necesites.
Yo no soy capaz de decirte "No".
Recordaré ésta como la única carta en la que hice que mi alma se mostrara ante otra persona.
Como toda despedida yo debería de decir "Te quiero" o más bien "Te quise"
Pero se que es demasiado amoroso para ti.
Demasiado cursi, demasiado todo.
Así que te diré algo peor solo porque quiero molestarte, solo porque ésta es mi despedida y porque lo siento así.
Te amé.
Te amo.
Te amaré.
Y así es como realmente terminan nuestros cuentos.
Nunca terminamos ninguno de nuestros pequeños relatos.
Y nunca terminamos esta historia.
Aunque yo diga que es el final...
Se que vas a continuar.
Porque te gusta escribir.
Besos
Barbara