lunes, 28 de diciembre de 2009

Karla Te Amo / Odiame

Saliendo del instituto Karla se quedó conversando con Luis en la escalera.
Tenían mucho en común... y ella era muy linda.
Le gustaban sus ojos negros y su pelo perfecto, sus polos coloridos... TODO.
Ella lo invitó a tomar algo a su departamento.
Luis aceptó, no tenía nada que perder...




Porque Luis era un personaje tímido. De todas las historias que he contado, quizás éste sea uno especial y es por su timidez tan detestable pero al mismo tiempo que te conmueve. No es un santo, tampoco es un milagro, solo es Luis... y desde que tiene memoria (desde que ingresó al instituto) sentía una gran atracción por Karla. Jamás se atrevería a decir que la amaba porque no era su estilo, que pena, pero estaba seguro que no se molestaría en pasar todos los fines de semana a su lado.

Karla se sentó, con el vaso de Inca Kola en la mano y los ojos negros tan inquietos como siempre. Solía usar gafas pero sus lentes de contacto eran igual de atractivos. Luis le dedicó una sonrisa entre el silencio y ella se la devolvió, para luego sentarse a su lado.
Luis sentía que le escapaba el corazón por la garganta.
Ella lo calló cuando vio que iba a agregar algo y entonces todo llegó, tal como él lo había imaginado tantas veces hablando con ella en clase, por el chat, por teléfono y de todas las maneras posibles. Tal como se lo imaginaba cuando dormía, cuando miraba al techo y cuando se duchaba por las noche y la mañana.

[...]

Observó a Karla caminar semi desnuda por la habitación, con la sábana cubriéndose lo que podía. Su cabello negro y perfecto cayendo hasta la cintura por su espalda y ésta, siendo tan tersa y angosta como la que cualquier hombre se imaginaba.
Karla se sirvió un vaso de Inca Kola y suspiró, dejando de taparse y sentándose en todo su esplendor de mujer en el sofá.
Mirando al tímido Luis que aún estaba acostado en el lecho, sonrió.

-Regresa mañana- le dijo -Y prometo nunca hablarte de amor.

Luis sintió un vacío dentro del pecho que casi logra hacerlo desfallecer. Mirando a aquella mujer que acababa de poseer, se dio cuenta que solo había sido una pieza de un juego privado y perverso.
Karla se acercó y le dio un beso en la frente.

-Descansa rápido, Luis- susurró sonriendo -Tengo cita en una hora.

1 comentario:

Ian Moone. dijo...

Me encanta. Creo que es una de las mejores historias que has hecho hasta ahora <3