Estábamos en mi diminuta cocina con dos personas que no conocíamos. Él estaba en el otro repostero cortando unas verduras al lado de una señora de edad y de gafas que hablaba sin emitir sonido alguno.
De alguna manera extraña yo sabía que estaba muy feliz, quizás porque estábamos compartiendo el mismo espacio y al parecer todo estaba muy bien.
Sonreías demasiado.
¿Resultado?
Yo sonreía demasiado también.
Tenías que irte a recoger un no se qué y cuando cruzaste accidentalmente pusiste tu mano en mi hombro. (¿Accidentalmente?)
Otro sueño sin sentido.
Por lo menos nadie murió esta vez.
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