viernes, 25 de diciembre de 2009

¿Muerta?

La noche anterior cerré los ojos y me sumí en el silencio. Mientras todos dormían me sonreí. "Dime cual es la respuesta" pregunté en un susurro "De alguna manera quiero saber qué significa y qué es lo que tengo que hacer... se que Me quieres y por eso te pido una respuesta... solo una". Y esa noche dormí plácidamente 10 horas sin ninguna clase de interrupción, mas sí con una perturbadora respuesta por la mañana.



Debían de ser las dos de la tarde, quizás un poco más. El cielo estaba claro, el clima tranquilo como nunca. Una angustia me oprimía el pecho mientras miraba hacia la ventana de la habitación. Sabía cual era el siguiente paso y qué era lo que me quedaba.
Nos habían dicho en la clase de religión que aquel día todos moriríamos.
No se porqué, ni cómo la maestra lo sabía... pero terminamos creyéndolo y todo demostraba que así sería, que solo nos quedaban 24 horas o quizás menos para despedirnos del mundo que conocíamos.
Se supone que no debería de hacer caso a lo que nos dijeron... pero yo lo sentía. Sentía que la muerte estaba a punto de abrazarme y llevarme con ella hacia rumbo desconocido.

Mi madre entró en la habitación y yo me acosté en la amplia cama.
Muchas personas aparecieron a mi alrededor, gente que yo no conocía. Alguien cerró la ventana y prendió una luz que tenía un tono anaranjado, como de atardecer.
Sin darme cuenta comencé a llorar sin detenerme, presa de un ataque increíble. Y dentro de mi nació el miedo, el terror de sufrir por la eternidad.
El terror vivo, reencarnado y que dormitaba a mi lado.
"Perdóname" pensé entre llanto.

La abuela de mi amiga apareció saludando a mi madre minutos después, cerca de la escalera eléctrica de un centro comercial.
Y todo desapareció.

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