sábado, 12 de diciembre de 2009

Gris. Parte I

Le temblaba todo el cuerpo, el hormigueo era desesperante. Afuera llovía y hacía frío pero dentro no podía haber una sensación de ardid más fuerte.
El único ser además de ellos dos era el silencio. Profundo y sofocante en aquella habitación.
Una sombra apareció detrás de ella al mismo tiempo que daba un respingo, que produjo un eco atemorizado. Unas manos tibias se posaron en sus hombros, sintió el aliento de alguien detrás de su oreja y aquella boca recorriendo el sendero que era su cuello.
Las manos se encadenaron a su frágil cuerpo como cadenas que quemaban y después de estrecharla hacía su dueño, aprisionándola y se escuchó otro gemido. Una de las manos, como si supiera lo que hacía, como un artista que pinta una pintura recorrió el cuerpo como si pintara un óleo.
Tocó los suaves labios de ella con las yemas de los dedos mientras su aliento caía sobre su nuca. La garganta con una lentitud escabrosa que bajaba lentamente.
Inmóvil, ella respiraba en silencio, con un ritmo agitado, extenuado… un ritmo que concordaba con lo que su cuerpo estaba siendo sometido.

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