Temía no poder despedirme. Digo despedirme porque el futuro es incierto, nadie sabe si podré venir a escribir el tiempo necesario. Aprovecharé mis fines de semana al máximo, créanme. Logré conseguir la película "Cisne Negro" y escribiré un comentario aquí lo más pronto que pueda. He leído muchos libros maravillosos y no les he hecho saber absolutamente nada de ellos, tengo que contarles lo maravilloso que es "El Hermanastro" y lo extraño que encuentro leer libros contemporáneos peruanos después de estar sumida en otras épocas y escenarios tanto tiempo. Me bajaron de los escenarios de la ópera parisina y de los bastidores de las bailarinas de ballet de Gaston Laroux hasta llevarme a los paraderos de micro de José Antonio Galloso. Casi lo termino hoy día, pero me quedé enganchada en el relajamiento durante mi rehabilitación. Hoy fue mi primera sesión y las enfermeras son muy lindas, por lo menos la que me tocó hoy día se limitó a reír y comprender mi asombro. ¿Primera vez en rehabilitación? Ahí obtienes la razón por la cual no me aburrí al estar tumbada tanto tiempo. Se preguntarán que hago yo en rehabilitáción, pues dejaré que su morbo de lectores salga a flote y piensen en una serie de cosas que quizás estén correctas. Les dije que mañana comienzo el colegio ¿Verdad? He terminado una pequeña colección de cuentos, algunos de éste sitio están dentro, espero poder crecer en ese sentido, he pasado por tantos premios y ceremonias a nivel nacional (lo digo sin ánimos de presunción) que creo que es momento de mover los pies hacia otras tablas.
Les confieso que extraño el escenario. Hace mucho tiempo que no pongo los pies en un auditorio para actuar, que no abro mi alma violentamente como si fuera una herida, me gustaría regresar a esas andadas mías. A los libretos, los directores exigentes, las escenas especiales y al trabajo en equipo pero más que nada, extraño mis soliloquios, mis monólogos dramáticos. Y aunque debería de estar contenta porque el año pasado fui Satán al rojo vivo y fue un trabajo duro que jamás olvidaré, no lo estoy. Tengo hambre de conocimiento y de escenario, haré todo lo posible por regresar, créanme, aquí no se acabó mi carrera. ¡Jaja! Mis dramas y yo, hijos míos, yo y mis dramas.
Les confieso que extraño el escenario. Hace mucho tiempo que no pongo los pies en un auditorio para actuar, que no abro mi alma violentamente como si fuera una herida, me gustaría regresar a esas andadas mías. A los libretos, los directores exigentes, las escenas especiales y al trabajo en equipo pero más que nada, extraño mis soliloquios, mis monólogos dramáticos. Y aunque debería de estar contenta porque el año pasado fui Satán al rojo vivo y fue un trabajo duro que jamás olvidaré, no lo estoy. Tengo hambre de conocimiento y de escenario, haré todo lo posible por regresar, créanme, aquí no se acabó mi carrera. ¡Jaja! Mis dramas y yo, hijos míos, yo y mis dramas.
He cambiado. He cambiado mucho en cuestión de meses, quizás demasiado, sé que soy yo pero no sé como llegué a eso. Mis escalofríos aumentan con frecuencia al escuchar piezas de música, al ver ballet, al imaginar versos, al escribir, al pensar en el piso de madera de los auditorios en donde me revolqué en vidas ajenas. Me he vuelto sensible al arte, esa sensibilidad que antes me faltaba, esa facultad de sentir una abertura en el alma que tanto envidiaba de Laurence. A lo mejor me dejó ese regalo antes de irse, jamás vi a nadie más entregado al arte (la música en su caso) que él.
Aún me falta terminar de ver "Cisne Negro". Mis felicitaciones a Portman por el Oscar, creo que se lo merece. Me despedí de las vacaciones mirando ballet, comiendo KFC por la noche y siendo testigo de balaceras cerca de casa, me tuve que esconder en una pastelería para evitar que el plomo llegara a la sangre. Me imaginé de repente qué sería que me alcance una bala algún día y que alguien que me ame tenga que verme en aquel estado. Es para poner "El lago de los cisnes" de fondo y a que todo nazca, fluye como agua de venas secas de un fiambre antes amado.
Estoy muy emocionada en los últimos días. Anhelo el colegio, anhelo aprender, aunque sean absurdas fórmulas que jamás gozaré como mis pequeños amigos próximos-ingenieros-de-la-UNI. Hay un viento frío que tiene el colegio entre sus paredes que extraño, quizás es el momento menos indicado para mostrar simpatía por él, puesto que es el último año que paso con él. ¿Seguiré escribiendo cuando esté en la universidad?
Hijos míos, no sé que nos espera el futuro. Hoy regresé a casa con las ansias de leer en libro en mi cama y me encontré con balas a solo unos pasos.
Ojalá pueda terminar la película antes de irme a dormir. He estado despierta a las ocho de la mañana en los últimos días, tengo que ponerle más esfuerzo.
Adiós Febrero, no vas a joderle a nadie la nunca más.
Hasta regreses a vengarte el próximo año de nuestras mañas.
Abrazos Bohemios,
Req.
PD: De paso hoy encontré una botella de Absolut Vodka que un tío le ha regalado a mi papá. No había nadie en casa así que di un trago por el final de las vacaciones. Había olvidado ese calor que produce el alcohol casi puro en las entrañas.