miércoles, 9 de febrero de 2011

Desde El Más Allá / Parte II

Arica es una ciudad de océano, historia y tiendas de innumerables cosas. Es una ciudad donde hay cuartetos de cuerdas tocando a Mozart en plena calle, donde hay saxofonistas interpretando clásicos del jazz con los ojos cerrados al lado de tiendas de ropa excentrica y recién mandada de quién sabe dónde. Los chilenos tienen un dejo peculiar que me hace pensar que son amigos de toda la vida, los taxistas saben de historia nacional y los matrimonios llevan a sus hijos a los museos en el Morro para que conozcan sobre la guerra del pacífico. Mientras observaba los rifles con más de cien años de antiguedad, recordaba las novelas de Allende y su manera tan patriótica de describir su país. Comprendí, observando el enorme Cristo que descansa en el Morro, que quizás en ese lugar tan pequeño, existe una pasión desconocida, ajena, que sienten las personas por su tierra. Los taxistas carcajeaban y recomendaban restaurantes, su dejo me dejaba fascinada, las personas hablando en las calles, esa tendencia a no pronunciar la ese correctamente y su profundidad en diálogos rapiditos, elaborados, animosos.
Almorcé un churrasco acompañado de un cerro de papas fritas en una sanguchería de la calle 21 de Mayo, tomé dos botellas de Coca Cola y me hundí en tiendas de artefactos, instrumentos musicales, ropa y recuerdos de Arica. Nos detuvimos donde un hombre de brazos fuertes, cabello negro como el ébano y ropa ajustada, típica reprentación de un vaquero rudo del Oeste. Mi papá permaneció varios momentos buscando algunos cueros para sus pistolas mientras yo daba vueltas, escuchaba dejos y miraba vitrinas que ya habían cerrado. Me entretenía más mirando al vendedor con curiosidad. No he comprado hasta ahora ningún recuerdo para nadie, no me atreví a pedir dinero para el asunto, pensé en mis amigas y en Laurence. Me guardé la mano al bolsillo y cerré la boca con llave. Así fue que pasamos a la noche, fuimos al supermercado a comprar agua y demás temas (no hayamos fruta, pero sí jamón de una pierna porcina espectacular). Afuera el cielo estaba oscuro, sin darnos cuenta había pasado mucho tiempo, papá entro en pánico al no encontrar taxi, felizmente no duró mucho.
Un auto nos trajo de nuevo al apartamento. Observé en el trayecto que el cielo aún no se cerraba al fondo, las nubes negras se lo comían como un animal salvaje y a penas quedaban manchas de celeste. Algo bellísimo que me distrajo bastante, pero seguí escuchando las conversaciones ajenas.
El taxista contó que todos los científicos hablaban sobre una posibilidad de terremoto en Arica. Sentí una sensación rara en el pecho. Dijo que estaba ya dicho que el primer terremoto del año sería ahí y que el lugar se hundiría por completo, desaparecería, adiós Arica. Mi terror duró segundos. Llegamos a casa, la llave no funcionaba, después de unos minutos de intento logramos entrar y ahora CNN Chile (¿Existía?) da las noticias y yo escucho "Somewhere over the rainbow" porque siempre me ha hecho sentir tranquila.
Reviso mis mensajes, todos me bombardean con opiniones, con consejos sobre cierto problema que tengo y ojalá nunca les suceda, queridos lectores. Yo me encogo los hombros.
Lección que les quiero compartir hoy día, segundo día en Arica, en el más allá. No podemos controlar lo que hacen las demás personas, nos guste o no, todos tienen sus razones lógicas, correctas o inútiles para actuar como les de la gana. Somos libres, lectores míos, colegios. Pero nunca se olviden de luchar, de pelearsela cuando lo que está por suceder no debería de suceder.
Nunca olviden ponerse de pie.
Si yo me caigo y pienso en no levantarme, si siento ese temblor en el pecho cuando pienso en lo peor, quiero saber que ustedes no pasaran por lo mismo, que ustedes tendrán esa fuerza que quizás ahora me falte para decirme "¿Quién te dijo, Bárbara Ramos, que el mundo es un lugar justo?". Todos actuamos de manera ingenua, todos somos CREYENTES de nuestros propios asuntos.
Pero solo nosotros sabemos qué es lo que nos hará felices, cual es nuestra medicina. Luchen por ella, hagan todo por conseguirla, yo no sé si ganaré mi pelea, simplemente no lo sé, pero solo Dios tiene la menor idea de porqué suceden éstas cosas.
No voy a hundirme más en esos pensamientos, no he llorado en casi un mes, no voy a hacerlo ahora.
Para el cumpleaños de mi papá siempre pasan cosas malas y eso no significa que se de por vencido y ya no lo celebre.
Les deseo lo mejor. Los extraño a todos ustedes. Voy a regresar el Viernes si hay suerte, si el clima muestra traición, me regreso mañana a Tacna. El taxista me traumó, será un ángel.
De todos modos, un ángel es lo que me hace falta.











Los quiere y extraña,


Réquiem

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