Me alegra que mi profesor de Literatura se haya casado. Me alegra que se haya creado una cuenta en el Facebook y pueda curiosear todas sus fotografías, de la boda hasta esas felices toma en la playa, me alegra que todo esté bien con su esposa, aunque sé que probablemente tengan que pasar años hasta volverlo a ver. Me alegra que mis buenos amigos que ya llevan juntos más de un año con alguien se sientan afortunados, porque lo son. Me alegra que celebren sus aniversarios con globos, con pasteles, en la playa o en el callado salón de una casa. Me alegra también por mis amigos que no creen en el amor, porque en el futuro se ahorrarán un montón de dolores que no tienen nombre ni explicación y quizás no tienen remedio. Me alegra que digan firmemente "Jamás me voy a casar, yo no soy para esas cosas" porque es probable que en unos años se olviden de aquello y aprendan una lección. Me alegra por aquellos que disfrutan sus vacaciones y les extraen cada gota a las horas, los que se amanecen los fines de semana, se emborrachan, fuman y bailan en un éxtasis total, porque se están enterando de lo que es el placer total de la juventud de manera extremista. Me alegra por los que se han quedado en casa todo el verano, los que no fuman, no tienen vicios, los que se limitan con ir al cine y dormir tarde.
Y por otro lado, fuera de alegrarme, también pienso mucho.
Y por otro lado, fuera de alegrarme, también pienso mucho.
Pienso en mis amigos que se amanecen viendo televisión o en la computadora, los que se van a dormir deseando que la noche pase rápido o les da igual, porque en fin, al día siguiente harán exactamente lo mismo. Pienso en esos colegas que juegan con los sentimientos de las personas como muñecas, los que son rocas resistentes y no se intimidan con nada, los que odian San Valentín. Pienso igualmente en esas chicas del colegio que jamás dejan un día pasar sin sonreír, esas que se enamoran cada semana de alguien más y quizás nunca olviden lo que es la ternura, la tibieza de sentir. Pienso en las personas que tratan de sobrevivir en una relación que no tiene sentido, que se han olvidado del nombre de aquel nuevo extraño a quien besan, abrazan y con quien llevan muchos años, a veces pienso que quizás, sean los amantes del mañana, los engañados del futuro. Pienso en las niñas que miran mucha televisión, que creen que en la adolescencia a todos les toca primero lo bonito y los problemas se resuelven en cuestión de horas, pienso en su ingenuidad por la cual todos pasamos, pienso y me río, río y luego lloro.
Pienso en los que viven sintiendo la desesperanza, los que se mueren de aburrimiento en casa, los que se mandan mensajes en sus clases de vacaciones útiles porque no les importa la pizarra ni su contenido, pienso igualmente en los muertos-vivientes, los que de verdad están muertos y los que viven tratando de no caer en el hueco de sus propias tumbas.
A veces, solo a veces (me atrevo a mentir) pienso en nosotros. "A veces" : término que refiere quizás a cada hora del día, a cada minuto de una noche solitaria en una habitación que parece caja de zapatos cuando uno está solo, abandonado, ansioso, triste, adjetivos que jamás imaginarías, que quizás comprendas, que no me atrevo a explicar ampliamente porque estoy llena de pena.
Y bueno, también pienso en la gente que no existe. Pienso en los que aún no nacen, en los que desaparecieron a los minutos de vida, en los niños de cuatro piernas y dos rostros en la India, en los fetos que fueron eliminados por madres adolescentes, en los adoptados que luchan toda su vida buscando a sus padres biológicos en todo el mundo. Pienso en los que tienen resultados, pienso en los que mueren sin saber cómo eran los ojos de su madre. También pienso en mi madre.
Pienso en las sensaciones fuertes, la alegría infinita, el llanto desesperado, los orgasmos, los golpes, los puñetes en el ojo y los besos en el cuello, las caricias en el cabello y la sensación rugosa de un anciano tocándote la mano para darte valor o para que tú se lo des.
Pienso en que me siento profundamente triste.
Y por eso, ahora pienso en todo, menos en la solución a ésta pena inexplicable.
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