viernes, 4 de febrero de 2011

Resistance

Mañana por la noche viajo a Tacna con ganas invisibles y casi nada que me oblige a ser feliz. Mis planes: encontrar algo que me salve de caer en la pena, tomar fotografías y planear en un cuadenro un acontecimiento grande, importante, sorprendente que hará mucho en éste mundo y al cual espero que muchos puedan acudir. Ya les avisaré cuando llegue el momento, cuando todo esté listo y yo me sienta la persona más feliz del mundo. Porque todos aprendemos a mover cielos y montañas por los seres que amamos de verdad, tengan eso por seguro, no hay nada que el amor no pueda mover, destruir, formar, arreglar.
No he hecho mis maletas, tengo un teléfono que se va quedando sin batería y un MP4 lleno de música para que no me de pánico estar en el avión. Hace mucho que no me subo a un avión, hace cuatro años que no siento lo que es tener la arena bajo los pies y el mar frente tuyo.
Me atrevo a decir que me faltan muchas cosas en éste momento. Me falta regresar al mar, me falta superar mi dolor de oído en los aviones, pero lo que no me faltan son ganas de tomar el autobús más cercano y ver a Laurence antes de viajar.
Juré que no dejaría que la pena ni la tristeza me venciera, pero el espíritu es algo débil. No estoy mal en éste momento, me siento resistente, siento que estoy aguantando una ola colosal como un muro de piedra. Nada es seguro, los muros se caen, las olas arrasan casas, personas distraídas, amores viejos.
Ayer le pedí a Melisa que viniera a salvarme de la nostalgia. Vimos una película de una secta satánica, King Kong en la versión del 2005 y terminamos escuchando un concierto de metal gótico que tocaba junto con la sinfónica de Melbourn o algo por el estilo. Within Temptation me salvó la vida anoche y Melisa también. Le agradezco enteramente por todo.
Dormí y tuve los sueños más perturbadores de la historia, una mezcla de relatos sin sentido, desnuos, trabajos, lágrimas, dientes faltantes que volvían a aparecer y personas que jamás he visto en mi vida, junto con uno que otro amigo que se apareció.
Todo terminó cuando aparecía Laurence de blanco subiendo mi escalera, como esos viejos días donde me visitababa. Intenté no despertar, arrancar la felicidad de esa imagen antes de chocarme con la realidad y lo logré, porque me siento fuerte, decidida, firme.
Necesito saber que él está bien, anoche hablé con Papá por mucho tiempo antes de dormir y le pedí que por favor todo estuviera bien. Necesito un teléfono, llamar, escuchar un "estoy mejor". Y si no logro despedirme antes de viajar y siento que se me rompe el corazón, deseo saber, necesito saber que está descansando mientras yo no estoy, que está mejor, que se ríe estruendosamente de nuevo y que es feliz.
Necesito saber que todo va a regresar a la normalidad.

1 comentario:

Reinhardt Langerhans dijo...

Estamos en situaciones similares, Réquiem.
Mañana viajo de improviso (nota: yo casi nunca viajo... menos de improviso D:) a un lugar algo lejano por una boda que nada que ver con mi familia, pero bueno... no me siento triste por dejar a Engel (mi adorada novia :3), hoy justamente me acabo de pasar un hermoso momento junto a ella y creo que la sonrisa me durará un buen rato :)

Ánimos! Que pensando positivo las cosas nacen bien por si solas. A veces el pensamiento promete oro, pero la espontaneidad regala diamantes.

Un Saludo n.n