viernes, 21 de mayo de 2010

Cartas A Sarah II

Querida Clío:


Mis domingos serían menos tristes si pudieras pasarte por aquí así como lo hiciste la semana pasada. Todo es equivalente a vacío cuando no recuerdo nuestros buenos momentos juntas. La noche de año nuevo en donde buscamos licor para desahogar nuestras penas y nos encontramos con una botella de Baylis con un 17% de alcohol que no sirvió de mucho, pero por lo menos a ti te gusto. Honestamente prefiero el vino y mi adorado Bacardi que siempre he querido terminar en tu compañía. Unos amigos me dicen que no hay nada más triste que tomar solo y honestamente es cierto... pero ni tu ni yo somos de aquella clase de personas. Ya dejé aquel tiempo tan deprimente en el que daba cortos tragos a mi botella de Bacardi pensando que me haría sentir mejor. Ahora solo miro mis musicales y lloro un poco, ya me conoces, ya nos conoces.
Clío, me he quedado sin amigos, sin cosas bonitas para escribir, sin tiempo para perder el tiempo y sin lienzos para pintar mis cuadros surrealistas.
Todo el miedo del mundo se acumula en mí cuando pienso en algo directo: "Estoy dejando de ser yo". ¿No sería triste? Hasta a mí me hace lagrimar el hecho de dejar de ser yo. Por eso fue que comencé a enfriarme después de mis dos semanas de terror en donde intenté mezclarme con la sociedad adolescente que tu y yo deberíamos comprender.
No funcionó, Clío. Me marchité por completo después de aquel tiempo tan oscuro y tan brillante al mismo tiempo, no quiero regresar, no quiero ser la que no soy. Quiero que vengas y nos comamos unas galletas con un té bien caliente mientras vemos al Dr. House o quizás alguna película que nos haga reír un poco.
Podemos escuchar Damien Rice y meditar si eso quieres, pero creo que no tengo que repetirte lo mucho que te extraño. Me he quedado sin amigos, sin azúcar, sin oxígeno, sin todo, pero tu sobrevives pese a todas mis carencias, a todas mis depresiones o mis ansiedades donde devoro chocolates pensando que su azúcar me va a hacer sentir mejor.
Tú me lo has dicho, solo terminaré teniendo un paro cardíaco a una edad temprana.
Me siento como una niña gitana sin barajas ni clan, como guitarra carente de cuerdas o como Mozart sin sus novias, todas sopranos y como me lo imagino, increíblemente sensuales. Mozart tenía buenos gustos, pero imagino que él también sufrió alguna vez, puede que haya sido indisciplinado pero no frívolo.
Ven en cuanto puedas, Clío. Te invito un almuerzo de nuevo y cien más si es necesario. Eres una amiga que se ha entrelazado a lo que me queda de espíritu. Pude sentir algo parecido a la muerte o quizás solo tristeza cuando te marchaste la semana pasada. No te veía desde año nuevo... qué esperabas.
Mis domingos, mi vida sería menos triste, si te aparecieras por aquí más seguido. Y si eso te parece muy egoísta de mi parte, iré a buscarte hasta la puerta de tu casa y si no me quieres abrir porque estás estudiando me treparé por la ventana y te observaré leer todo el día.
Llanto y risa, Clío.
Toda la vida, las dos hemos sido una mezcla de llanto y risa.
Te quiere,
Barbara
Gracias Sarah, de verdad te quiero muchísimo

1 comentario:

Ian Moone. dijo...

Espero que estes mejor ahora.
Perdón por recién leer esto casi un año después

no puedo decirte que de haber leído esto hubiera ido corriendo
porque la realidad es más cruel de lo que debería
pero puedo decirte de todo corazón
que si no fuera porque tengo "una familia que sacar adelante" hubiera estado contigo todo el tiempo que hayas necesitado para volver a sonreír.
Te quiero muchísimo.
Muchísimas gracias.