Se que juré no escribirte nada más. La carta que te hice un día antes de mi depresión de tres semanas fue lo suficientemente larga y arranca lágrimas como para que cualquiera se quede contento con la telenovela en la cual participamos.
Pero ni te preocupes por los detalles grises de mí, porque la verdad es que me encuentro de un humor buenísimo, tan bueno que he terminado mi tarea de física, mañana daré mi examen lo mejor que puedo y he vuelto a escribir en mi cuaderno negro con la misma frecuencia de antes. Ya no me duele pensar en ti, ni en absolutamente nadie.
Es raro, porque de alguna manera, siento como si fuera más libre que antes. ¿Me has soltado las cadenas? ¿O es solo que tu también has estado de buen humor y el hecho que no me jodas la vida ha sido positivo para los dos?
El profesor de matemática ha desaparecido y soy feliz porque hablo de nuevo con todo el mundo. Ya no me encuentro en mi face de frivolidad eterna, ni mi ausencia o mi mirada muerta por la cual se podía ver un hielo cultivándose.
Estoy de buen humor, soy feliz. Y las cosas no han cambiado demasiado desde que te fuiste, la verdad. Tus apariciones repentinas siguen siendo increíblemente satisfactorias (tengo que dejar mi tendencia a los adjetivos exagerados) pero de alguna manera has dejado de causar destrosos cuando te retiras.
Lo que dijiste hace unas noches tuvo tal relevancia que logró hacerme tener un sueño mezclado con pesadilla en donde hubo de todo. A pesar de todo no te apareciste, lo que convierte todo en un mal sueño incompleto.
Anoche, tres personas murieron y de repente me pregunté que pasaría si sigo yo. Sería muy inmaduro de mi parte hacerme la típica pregunta de ¿A alguien le importaría...? Porque por inercia las personas comienzan a decirte que si, que todos llorarían que el mundo se terminará, pero perdoname dentro de unos meses todo será como antes. Ley de la vida... excepto cuando se te muere alguien que estaba pegado a ti con cuerdas de acero inoxidable y colorido.
Esa clase de muertes... suelen matarle a uno también.
Pero yo no he muerto, por lo que veo tu tampoco. Entonces ¿Por qué esas largas reflexiones y los silencios absurdos como si alguno de los dos estuviera realmente ausente?
Soy feliz con mis fragmentos, mis buenas memorias donde te apareces sonriente una vez más. Pero te cuento que de todos modos nada es como antes.
Puede que te extrañe.
Pero lo oculto increíblemente bien.
Si las cosas siguen así, yo se de alguien que va a descoronarte. Y cuando el rey pierde el reino y se convierte en vagabundo... se da cuenta de todo aquello que pudo tener.
Hay melodías que me suenan a tí.
Y hay melodías que solo me dan ganas de borrarte a tí con tus canciones llenas de sentimiento.
Para final de mes, quizás logre ordenar mis sentimientos, mi mente, mi cerebro y mis sinapsis en mal funcionamiento y logre decirte cual es la verdad.
Si es que alguna vez existió una verdad entre nosotros dos... o tres... o cuatro.
Besos,
Req
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