miércoles, 5 de mayo de 2010

Manicomio Redondo

Si por una hora, las cosas en el mundo pudieran ponerse de cabeza, quizás cuando todo regrese a la normalidad ya nada sea como antes. La primera cosa que impactaría sería que las revistas pornográficas del mundo dejaron de mostrar a señoritas guapísimas con poca ropa y que la Playboy Mansions esté gobernada por una vieja multimillonaria que se dedique a hospedar a tipos metrosexuales que salen en todas sus portadas favoritas.
Los comerciales de cerveza ya no tendrían mujeres en traje de baño, ni tampoco cada propaganda de cualquier producto. Inclusive la pintura, usa a mujeres en traje de baño y yo nunca comprendí exactamente que relación había.
Coca-Cola se iría a la quiebra definitiva porque ahora los KFC sirven té verde refrigerado o caliente si quieres, el McDonalds desaparecería porque todas las ratas que usan en sus hamburguesas han sido usadas con un fin científico, las adolescentes quieren maquillajes que las haga ver más viejas para así poder entrar a discotecas subterráneas donde la gente baila a medio metro de distancia y el alcohol no embriaga.
Yo ya no te amaría pero de todos modos tu vendrías para salir todos los días, haríamos pijamadas y nadie iría al colegio porque las cosas más útiles se aprenderían con el viento y no con el aire usado que nos tiran los ventiladores en la cara. La gente dejaría de preocuparse por quien duerme con quien y se encargarían de limpiar el mundo a base de abrazos y diálogos. Los judíos se abrazarían con los nazis, los musulmanes con el ejército gringo y los presidentes se volverían tímidos y se irían a meditar junto a la gente pobre que en vez de tirarles piedras, les enseñarían a labrar las tierras que producen alimentos que todos comemos todos los días. Y eso, porque la gente con sobre peso ya no existe y las anorexicas hicieron una campaña para alimentarse junto a los niños del Africa y Haiti. Los terremotos sacuden de tal manera la tierra que los ladrillos saltan unos encima de los otros hasta formar edificios nuevos y los artísticos están tan maravillados. No señora, porque aunque el mundo esté de cabeza el arte nunca cambia.
Susanita le pega a Mafalda pero ella sigue golpeando con palabras inteligentes, Quino se volvió más millonario que Bill Gates y por su parte, el se fue al Himalaya a enterrar sus billetes debajo de la tierra. Los corruptos se han internado dentro del país en ves de fugarse, la gente escucha música al revés y en los autos suena ópera. Los delincuentes ahora van corriendo y te rompen la ventana del carro para regalarte algo, los políticos se han vuelto mudos y los programas de televisión se han vuelto paisajes de todo el mundo. La Biblia ya no se prohibirá en las próximas olimpiadas, si no que las repartirán tanto como el té verde del KFC.
Ahora en Semana Santa, Jesucristo estará representado por un actor negro y el Vaticano dejará a los jóvenes del mundo escribir en uno de sus muros todo lo que piensan de la sociedad. Nunca faltará a Benedicto escribiendo en italiano "Que Dios los bendiga"
Mis buenos amigos se olvidarán de sus depresiones y filosofías, hablaremos todos los meses y los espejos serán líquidos, tomaremos el alcohol que nunca embriaga, nos mandaremos palomas mensajes por la noche y la mañana.
Las enfermedades se han recolectado en envases plásticos, de vidrio, científicos y se han mandado al espacio para que no molesten a nadie porque la NASA se quedó sin gavetas.
Después de aquella hora nada sería lo mismo.
Ni tu vida, ni la mía, ni de las personas que nunca leerán este escrito.
Y ¿Cómo saber que ahora mismo, el mundo no se encuentra de cabeza?

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