jueves, 20 de mayo de 2010

Muerte (?)

Siempre me he preguntado qué pasaría si mis padres me permitieran someterme a tratamiento médico. Quizás el término "médico" es demasiado amplio. Lo que busco exactamente, es una explicación correctamente fundamentada que explique todos los males que sufro. He preguntado muchas veces, he obtenido varias respuestas, pero la verdad es que ninguna me convence del todo. Depresión clínica o solo depresión, paranoia persecutiva, una nueva clase de paranoia que nadie descubre aún.
La verdad es que todos dicen que soy una persona evidentemente diferente... y depresiva. Los buenos amigos, solo me definen como una pscicópata... pero para eso están las bonitas compañías del colegio, para subirte los ánimos diciendote que no es tan malo, que con tal que no mates a nadie, ellos estarán bien contigo y no llamarán al Larco Herrera ni te regalarán una camisa de fuerza para Navidad.
No me crean si eso quieren, pero es mi cruda verdad.
Mis depresiones se han ido de paseo, las he dejado de lado, ya no tengo tantos episodios como antes, mas bien ahora lo que consume mi organismo es que todo dirige hacia una aparente "muerte cerebral", no tiene ninguna clase de sentido pero yo lo siento así. Llevo días con fiebre, sin internet, sin libros, sin música clásica, sin lienzos, sin noches tibias de arte y si no fuera porque me la pasé por el Museo de Bellas Artes con Pilar, ahora mismo ya estaría más muerta que Mozart con una mordaza escuchando aquellas óperas italianas que nunca le gustaron. Efectivamente, lo último fue un resultado de ver cinco veces la misma obra "Amadeus" por las noches en el teatro del Británica. No puedo hacer nada, fue simplemente bello, perfecto.
Las pastillas no ayudan a mi dolor de cabeza y la verdad es que en el colegio solo tengo ganas de largarme a enfermería antes de desmayarme a la mitad de la clase. Éste mal desconocido es tan fuerte que me hace tener pesadillas donde aparecen profesores y viejos amigos, sentimientos fallidos y personajes espléndidos que en vida real están tan lejos como la isla Mauricio.
A pesar de todo, la idea de un encefalograma me sigue espantando. Una amiga me contó que el yodo puede matarte, mi mamá casi muere por eso hace uno años.
Creo que mejor me contento con mis pesadillas, mi dolor corporal que se va volviendo espiritual y con la angustiosa espera por los fines de semana.
¡Ah! ¡Los tiempos nos cambian tanto...!
Pero no hay nada de qué preocuparse todavía. Sigo detestando el curso de matemática.
Se termino el tiempo.
Adios.

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