El gris color de la ciudad es interrumpido por una ráfaga de sol que va durando ya media semana. Todo se ve colorido, todo está brillante, como si pudieramos olvidar la maldad del mundo por unos días y todo lo que no nos importa desapareciese. Y yo dejo de ocultarme en mi frío espiritual para dejarme contagiar por los juguetones rayos de sol. Son las cuatro de la tarde, sábado, la ciudad está en pleno movimiento y todos desean salir, olvidarse de sus problemas y disfrutar del sol por última vez.
No sabemos si mañana va a llover o si mañana sea el día en que dejo de reflexionar, en que comience a vivir la vida de la forma tan relajada como lo hacen las demás personas.
De incluírme a una comunidad en donde, hasta ahora, de alguna manera no he pertenecido.
El sol se aleja con los minutos y parece que esos garabatos de vida que me rozaban se retiran de la misma manera. Vuelve a a hacer frío, pero como helados, vuelve todo a estar tan callado pero dentro de mí, las mismas canciones siguen sonando.
No tengo ganas de recordar a nadie, tampoco de hacer llamadas telefónicas (como si alguien fuera a responder) queda mucho tiempo que debería de aprovechar para otras cosas.
Quiero regresar al teatro, a la función de anoche...
Al consultorio del oculista para que me diga porqué ya casi no veo nada.
Req.
1 comentario:
hahahaha.
regresar a donde la mami de kevin?
:P
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