En la calle dos niñas y su mamá nos pidieron que cantáramos Stayin' Alive de los Bee Gees y por una razón desconocida no pudimos continuar aunque ganas no nos faltaban. Hacía mucho tiempo se me ocurrió la idea de una deuda de churros y café, nunca supe quién la tenía, nunca supe quién la saldaría, nunca supe si alguna vez existió de verdad, pero ahí estaba presente, hasta que se me olvidó. María me guió ayer de la mano o del brazo por lugares que yo conocía pero no sabía cómo caminar por ellos, ya no es novedad que le pida a la gente que me ayude a caminar o a guiarme ante mis fallas motoras. Fue así que llegamos a sentarnos en la barra de Manolo's a solo unos pasos de la casa del fumador y de unos músicos andinos. No hubo café por el calor, no hubo chocolate caliente, no hubo la clásica reunión invernal que yo esperaba... pero hubieron churros rellenos. Así que comimos y tomamos cremoladas que a mí me congelaron un hemisferio del cerebro y a ella ambos pulmones. María me habló de sus ideas, de sus planes y yo le compartí mis pensamientos libremente como de costumbre.
Terminando el churro relleno de manjar blanco recordé la deuda inexistente de hacía muchos años y me sonreí, porque nunca pensé que María sería la que la saldaría. Le conté la historia, las cosas que siguieron después y que me alegraba estar ahí con ella, aunque los trabajadores del lugar nos trataran un poco bruscos por ser menores de edad.
Reímos demasiado, recordamos buenos momentos y la acompañé a comprar tinta en un lugar donde encontré libros que me trajeron pésimos recuerdos, pero María siempre impide mis depresiones y nunca descubrí como lo hace.
La deuda de los churros & el "café" que se convirtió en cremolada de fresa y maracuyá fue saldada finalmente y con ella un extraño pesar que llevaba dentro. Ahora puedo decir que me siento feliz de conocer a María y que ese día nos dijeran que pasamos con la máxima nota el ciclo.
No sé como lo harás María, para contagiarme esa aura colorida que tienes, esa sensación tan agradable que me haces sentir, que se que hay alguien que quiere verme sonreír, que es capaz de golpearme con tal que le cuente cual es mi problema, que me dice "Eres cruel" de la manera más tierna del mundo y termina haciéndome carcajear en plena calle, en plena pista para luego jalarme del brazo antes que un bus me atropelle.
No sé como lo harás María...
Pero gracias porque hiciste de mi sábado un día agradable, porque pensar en ti aunque sea me hace sonreír, viene el pensamiento que hay amistades reales, amistades que curan.
Gracias, aunque mi sábado se halla oscurecido un poco al final.
La próxima vez yo invito, ya no me debes ningún favor por haberte copiado de mi tarea unas 3 veces, no me debes nada. Yo te debo demasiado.
Demasiado, María.
Demasiado, María.
Nunca te olvides de mi nombre completo...
Porque sé que te costó mucho memorizarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario