domingo, 21 de febrero de 2010

Despedida Teatral

El viernes 19 de Febrero a las 8 de la noche en punto fue el estreno de la obra "La Tierra de Los Zimbawambas" en aquel escenario donde estuvimos practicando durante todo el verano los martes y viernes por la mañana.
Quizás la única debilidad que teníamos, era entrar en la histeria grupal. Se pudo apreciar cuando yo llegé y aún faltaban dos personas, definitivamente escenciales para que la obra saliera bien. Aunque a los inicios hubiera tenido mis dudas a cerca del tema y todo lo demás (probablemente un poco pretencioso de mi parte) al final logré acostumbrarme y darme cuenta que éste verano se han despertado muchas sensaciones en mí, una de ellas es el temor hacia crecer y la nostalgia, muchísima nostalgia al recordar viejos tiempos. Todo eso debió de nacer cuando me di cuenta que trabajaba con chicas que recién entrarían a primero, segundo y tercero de secundaria y aunque yo solamente tengo 15, se me venían a la cabeza todos esos pensamientos que tenía cuando tenía su edad. No lo suficiente para ponerme a llorar de la pena, pero sí para sonreírme por las anécdotas y demás.
Las cosas han cambiado muchísimo, de verdad me di cuenta de aquello.
Una de las chicas que participaron en la obra era Jazmín. Siempre solía llamarla "Jaz". Jaz tenía 13 años, que yo recuerde, una edad que me agradó muchísimo. Era hiperactiva, sonriente, no había ningún momento en que el entusiasmo se le desvaneciera y aquello me parecía tierno, increíble hasta quizás envidiable porque tenía la energía que yo nunca tuve a su edad. Ahora me vale decir que extrañaré a todas mis nuevas amigas, que pensaré en ellas durante el año y en especial en Jaz. Cuando me dijeron que escribía poesía mi alegría no pudo ser más grande.
Pero el año continúa. Las luces se apagaron, la gente dejó sus asientos, nos quitamos el maquillaje y la vestimenta, de la misma forma como nos quitamos el peso y los nervios.
Honestamente les deseo lo mejor, fue una experiencia increíble. Aunque una extraña tristeza me invadiera después de dejar el auditorio y con él, muchos momentos, pude soportarlo y decir que actuar, estar en los escenarios, es algo que es capaz de llenarme y hacerme sentir una paz muy extraña, pero tibia.
Mis mejores deseos para todas mis pequeñas amigas, para el director Mateo que hizo un espléndido y paciente trabajo con nosotras.
Nos vemos el próximo verano.
Y si es posible... las veré de nuevo en invierno.

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