Había mucho pasado mucho tiempo sin escribir entradas con tu etiqueta. Tengo que decir que desde la noche en la que te escribí una ridícula carta ya nada ha sido lo mismo. No solo me estrello más seguido con las puertas, me tropiezo más con los agujeros de las veredas ni me preocupa más encontrar alguna buena amiga para distraerme.
Ahora también las cosas suelen demorar en ponerse brillantes. No conté que tuviste que ver con esa depresión de tres semana, que a veces aparecía tu recuerdo y en un pequeño pedazo del día me la pasaba en tonterías nebulosas. Eso es equivalente a pensar en ti.
Pero no tengo porqué decirte esas cosas más porque todo eso terminó.
Solo me ha agarrado de nuevo esta enfermedad tan desagradable y necesitaba decir algo porque por el momento, cibernéticamente todo está vacío. Ni que decir en casa, nadie se atrevería a escucharme. Cuando ayer le dije a mi mamá que había pasado tres semanas triste me dijo, a mi parecer con demasiada mala intención, que quizás me sentía mal por alguien.
Y detesté con todo el odio del mundo que dijera aquello.
Porque ya me propuse a no tocas temas de mis depresiones ni sentimientos en casa. Ninguna de la ayuda que mis padres me podrían proporcionar sería útil. Lo que sería útil... quizás sería una cuantas frases, unas dos líneas donde hay un saludo, una despedida y otra mentira piadosa de uñas largas donde dices algo sin sentido.
Pero eso es mucho pedir.
Todo eso terminó.
Ya me las arreglaré. De todas maneras gracias por existir, por hacer mi vida tan bonita en esos viejos tiempos y por haberla hecho un infierno al mismo tiempo aunque no haya sido tu intención. Lamento que tengas que saberlo/sospecharlo.
Quererte, no estaba en mis planes.
Req.
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