miércoles, 29 de diciembre de 2010

Deleite

Aceptaría decir que la magia tiene brazos
tiene uñas, tiene un corazón chorreando en sangre
tiene colmillos
tiene música entre las arterias
tiene poemas en su óseo inmortal

No hay definición para su presencia
se siente profunda, allá adentro
en la entraña, la matriz intocable
la magia yace dormida como bestia callada
en las cuevas del organismo
y si alguna vez la sentí crecer, burbujear
fue porque estuviste a mi lado

Fueron los falanges y su delicia
quizás los mechones sin peinar
la fruta mordida con sus mandamientos quebrados
fue el interludio en la garganta
la sinfonía para las manos

El vigor de una tibieza lenta, de tempo suave
un tacto humano (casi indecoroso), casi efímero
se desintegra entonces en escarcha
resulta en cosquilleos internos, mordidas secretas
y nos transformarmos en polvo de piano
en cubismos sexuales
bromas de triple sentido

Confesiones Sobre la Felicidad Absoluta

Mamá y papá dicen que es ilógico que quiera ser psicóloga teniendo un severo problema mental. Seamos claros, quizás no dijeron problema mental, pero era evidente que tengo algo malo, solamente saben que tengo baja autoestima y que quizás soy uno de los pocos seres en el planeta que no se ama como debería. No es la primera vez que hablo de esas cosas, sé que la mayoría de las personas que visita éste sitio sabe que antes me deprimía por meses, que escribía cosas enfermas y tristísimas, resultados de mi enfermedad y que hablo de esas cosas, sé que la mayoría de las personas que visita éste sitio sabe que antes me deprimía por meses, que escribía cosas enfermas y tristísimas, resultados de mi enfermedad y que bueno, parece que lo superé, ya no paso más de cuatro horas en estados de cavernas oscuras. Mi problema es, siempre lo fue, pensar que todos los que me rodean de una manera u otra terminan heridos de muerte. Quizás no de muerte, pero lo suficiente como para joderse unas horas, quizás una noche o una mañana, depende del momento del día en que intenten resolver problemas que siguen siendo míos, cuando intentan desatar nudos que de verdad ni siquiera sé exactamente en donde se formaron. ¿Me considero feliz? Si, debo de admitirlo, si. ¿Tengo inconvenientes terribles, tristes, opacos que a visión ajena lograrían hacerme caer en picada y afectan negativamente a mi personalidad y accionar? Uhm... después de pensarlo, admito que sí, definitivamente sí. Lo peor de todo es que con el tiempo, cada vez le presto menos atención a ese detalle, comienzo a creer que si mis amigos y familiares se amargan o entristecen por mis líos, siguen siendo ellos quienes se lo buscaron. Uno no se mete a un huracán porque quiere ayudar ¿O si? Yo me he jodido la vida muchas veces por ayudar a los demás ¿Me funcionó? Momentáneamente porque todos mienten, nadie es perfecto y cuando nuestros errores son agradables, pocas veces deseamos cambiar. Simplemente: Me llega si me ayudaste, yo soy feliz con la desgracia.
Los humanos somos tercos, no tenemos remedio, todo el mundo miente, casi todos deciden quedarse en su agujero de problemas. Si quieres ejemplos mira la televisión o en las casas de al lado, las vecinas que son víctimas de sus maridos porque les pegan, las revientan, las abusan ¿Dicen algo? No, y si te preguntas porqué puede ser por miedo o porque simplemente les gusta, están ciegas, enfermas, les excita la violencia, no lo sé, pero todos tienen razones para mantenerse en desgracia.
Por si alguien se pregunta no me siento triste, no estoy molesta, no estoy en mis ataques de paranoia ni quiero extraerle los órganos vitales a nadie, no se preocupen. Por el contrario, me siento muy tranquila, muy serena con mis pies fríos y mi casa en desolación total porque mis padres no están. Nota divertida: Mi perro (es hembra, pero no me gusta llamarle perra así por más porque esa palabra solo es para humanos que la merezcan) me tiene un miedo directo y sencillo, le aburro en gran manera, por eso cuando no hay nadie en casa se acuesta en el sillón y duerme hasta que alguien venga a jugar con ella. Ajá... los humanos se matan de risa a mi lado y no puedo arrancarle un gesto gentil a una cuadrupeda que es incapaz de razonar. Eso me dio pena, a pesar de que no me caiga bien, tratarla como un ser sin sentimientos me parece cruel, llora cuando se van todos y corre cuando ve, debe de tener emociones en algún lado.
No nos salgamos de tema (imposible, en éste blog, en éste mundo, con ésta escribidora, siempre uno se sale de tema). Creo que mi mamá es la principal persona que sale herida cuando me intenta ayudar, es porque no quiere tampoco comprender porqué antes yo me deprimía por meses o porqué siempre he sido tan destructiva, nociva, en un término simple: Mala. Más de una vez terminó llorando mientras yo le contaba mis penurias, quizás se preguntaba "¿Qué he hecho como madre para que mi hija sea tan infeliz?" Pero no mami, no soy infeliz, solo tengo nudos, como todo ser humano, tengo huecos, todos tenemos huecos, desgracias, sangre seca e indeleble.
La felicidad absoluta es una mentirita piadosa que nos venden los libros autoayuda. Todos podemos ser felices, pero la vida perfecta, una vida sin momentos diminutivamente tristes, imposible. La vida perfecta es para la gente perfecta, y eso, porque Jesús fue perfecto y tuvo muchos problemas, oh si, aunque no parezca, recalco a todos los que leen éste lugar que yo si soy creyente, critíquenme si lo desean, tengo muchas cosas qué sanar, cambiar y borrar todavía.
Soy una de esas personas que gozan de desatar nudos ajenos. Me gusta que me llamen por teléfono a pedirme consejo, tener gente que necesita un desahogo llorando en el hombro, dar abrazos, hacer felices a los demás, quizás esa es mi manera de olvidarme de mis propios problemas.
Pero es injusto que alguien más se joda la vida por mi, lo digo en serio, lo que más me encabrona, me molesta en ésta vida que me tocó, es saber que alguien sufre por mi causa, no soy una buena razón para llorar, tampoco para enojarse o dar pataletas, solo soy yo. Les agradezco a todos los que han intentado y los que han logrado hacerme sentir bien, salir de mis agujeritos de tristeza, de verdad los amo con toda el alma... pero no estén tristes, no filosofeen sobre mi existencia pensando que van a comprender, cuando yo ni siquiera me comprendo a fondo absoluto, cada día, cada patada en los ovarios que me da la gente que amo cuando es necesario, me ayuda a encontrar piezas perdidas de mi persona.
Si alguna vez les jodí la noche, la mañana, el momento de sus vidas donde me preguntaron así de simple "¿Estás bien?", lo siento mucho, no fue mi intención, jamás la ha sido ni la será.
Los quiero mucho, siempre lo haré, hasta que desaparezca de éste mundo por mi cuenta o cuando lo hagamos todos juntos, ojalá los Mayas hayan hecho esa roca en estado etílico, por favor.
Buenas noches.
Req.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Tango

Papá: Pero si te quieres pasar de elegante... hay algo que debes saber
bailar.

Jaime: ¿Vals?

Hija: ¡Vals!

Papá
: No... TANGO.






Hay una mágia indescriptible en la música, definitivamente en todas las manifestaciones de la misma. El mínimo movimiento, la nota más afinada o el bemol equivocado, un sostenido que no suena como debería... absolutamente todo porta un hechizo propio, una historia, ya sea con o sin sentido. Y de la mano de la música está el baile, otro libro que también tiene sus muchas ramas y páginas de diferentes nombres. Hablábamos hace unos días acerca de música durante el almuerzo, Jaime, Laurence* y mi padre. Fue entonces cuando tocamos el tema del tango, según un comentario que días después leí, uno de los bailes más elegantes, más detallistas y perfectos que puede existir y porqué no decir, de los más complejos. Logré enlazar mi pierna con la pierna de Laurence, entonces, para expresar la pasión que sentíamos por el tema, ambos amantes del tango, él mucho más que yo. Días después logré comprender más ampliamente la belleza de aquella música, la unión de notas y pentagramas que resulta en una mezcla tan sublime como salvaje, para congelarse de la impresión o encenderse en las llamas de nuestros deseos más ocultos y las ternuras que no logramos expresar a manera completa.
Yo misma no tengo las palabras exactas para definir o expresar qué es el tango en sí, quizás salvo magia, teletransportación y Nirvana.
Quien tenga el don de bailar tango con gracia y sentimiento, mis mayores respetos, mi mayor admiración.
Escuchen tango, se los ruego, tienen que sentir la fuerza de la música, el desgarramiento espiritual. Obras recomendadas:

viernes, 24 de diciembre de 2010

Silent Night

Hace años yo ayudaba a mi papá a preparar el pavo para la noche de Navidad. Me embarraba las manos en sal, luego en mantequilla, luego en el oscuro aderezo, cuyo olor invade la casa desde un lado a otro. Mamá está triste porque no consiguió ningún libro, hoy temprano me pidió que le hiciera una lista de los que deseo y dice que no encontró ni uno solo. Ésta es una Navidad sin árbol ni luces, no tenemos un lugar específico en dónde poner los pocos regalos que los buenos amigos nos han venido a dar. No he hecho tarjetas, no ayudé a decorar y dejé a mi padre preparando el pavo solo el día de ayer. He mandado tarjetas por Internet a un par de tías, el mensaje definitivo lo planeo colgar más tarde para que todos los que quieran lo puedan leer, no tengo hambre de cena navideña pero tengo ganas de consumir cualquier cosa, muero de una ansiedad extraña. Hablando indirectamente con algunos colegas, nos dimos cuenta que es la Navidad más insípida que alguna vez hayamos podido pasar. El tiempo se ha pasado muy rápido, no es bueno, no le agrada a nadie. A penas ha habido tiempo de decorar la casa (de que la decoraran, mi mamá se encarga de todo eso siempre, aunque hoy ayudé a desatar nudos de las luces navideñas que segundos después estallaron) y de preparar la cena, ojalá nada se queme, ojalá todos podamos pasarla bien y que nadie se pelee, ya fue suficiente con la horrenda Navidad del 2007.
[...] Hace unos segundos hablé con Sarah después de casi medio año de desaparición, le conté rápidamente que estoy bien, que mañana cumpliría dos semanas con mi amado Laurence y que ya cumplí los dieciséis hace tiempo y no, no hice fiesta ni salí con nadie. No tuvimos mucho tiempo, pero ha sido suficiente, los milagros de Navidad sí existen. A la medianoche espero la llamada de Laurence, ojalá suceda, ojalá lo pueda escuchar y dormir bien, aunque no pueda decirle "Te amo también" porque mis padres estarían observando.
El año se ha pasado muy rápido, la Navidad ha perdido encanto, no ha habido tiempo ni siquiera de sentir la pegada, es muy tarde, es muy temprano, creo que la mayoría de nosotros no tiene tiempo ni ganas de mandar tarjetas o hacer llamadas telefónicas. Casi todos estamos metidos en Facebook, en nuestra música, en nuestras habitaciones leyendo o mandando mensajes de texto diciendo que estamos aburridos.
Feliz Navidad adelantada, aún faltan horas.
Espero que la estén pasando mejor que su nostálgica escribidora.

lunes, 20 de diciembre de 2010

"En éste caso, no podría decir que eran montañas de nieve. No, porque las montañas son puntiagudas, algo feas, sinceramente me parecen malas estéticamente, estan desniveladas y no tienen nada de agradable salvo una majestuosidad especial. En éste caso, eran colinas de nieve, sus partes más altas eran hermosamente esféricas, formadas, muy agradables a la vista a comparación de sus viejas primas las montañas. Lo curioso de éstas colinas era que la nieve no solo estaba estática, si no tibia. Jamás me las imaginaría frías, me dan ganas a veces de estar allí mismo para saber si son lo que aparentan. Aunque de alguna manera estaría incorrecto, ésta clase de colinas no son para escalarse, menos para sentirse con detalle y detenimiento.
Había, más bien aún hay, un valle completamente oscuro entre éstas perfecciones, angosto, casi sin más terreno que un estrecho camino hacia la nada, quizás algo mucho más complejo que las colinas en si..."




- ¿Miguel?


Salí de mis cavilaciones y levanté el rostro, Paola me observaba por detrás de sus gafas de secretaria. Arrugó la frente y se abrochó más la blusa blanca del colegio.

-No solo no me has escuchado- dijo ofendida y comprensiva al
mismo tiempo -Si no también me has enseñado para hablarte, debo de dejar los
escotes.

Desvié la mirada, acorralado de manera vergonzosa. "En fin" pensé "Siguen siendo las mejores colinas que he visto en toda mi vida".

domingo, 19 de diciembre de 2010

Cosas

Me quedé entonces sin aire
escupí esas manchas saladas, incoloras de una pena efímera
me duele, adentro, afuera, por todos lados
existirá allá, el eco de una nota doliente
pero siguen siendo milagros
el amor, el cuerpo humano y la imaginación

Él me dice te amo
y entre penas
le contesto al mensaje de voz que es como nana diaria
nocturna
... yo también te amo


Todo estará mejor
alguna vez
en mis cuadros despintados
tenía yo que agradecer
aquello inexplicabletanextraño
que me hace feliz todos los días

Tu bendecida paciencia
no me voy a ir nunca
y exigo que me lo creas
porque yo no soy un cliché

sábado, 18 de diciembre de 2010

Concierto (Colección Fotográfica)


De: Noche del sábado 18 de Diciembre, año 2010
Lugar: Antigua sede del Conservatorio Nacional / Auditorio
Resultados Anímicos: Una noche perfecta.




Hablando un poco con el piano


Con el famoso profesor Erick (profesor E)




Una Hache y una Be Grande (Nuestro dúo)



Con el patriarca de mi familia

Concierto


Me pica un poco la mejilla derecha y creo que es la base. Utilizando un vestido negro, conservador pero vampirezco y zapatos de taco, pero aún cómodos, me preparo para partir al concierto en cual hemos estado trabajando durante mucho tiempo. Y digo hemos, porque a pesar de no haber estado en muchos ensayos por cuestiones espirituales (esas reuniones para mi confirmación católica que al final no funcionaron porque falté a un retiro), he estado incluída. Entonces, hoy a las siete y media de la noche comenzarán las piezas, luego tocaremos todos juntos. Uf, he estado alistando mi violín como una desquiciada pero no siento nervios. Claro pues, porque no me voy a plantar sola a tocar frente a todo un auditorio como lo harán los virtuosos del grupo (lo digo sin ánimos de sorna, tienen que escucharlos, es para quedarse en trance).
Espero recibir sus deseos de éxito de alguna manera sobrenatural.
Nos vemos más tarde (mañana).


Siempre suya,
La Lunática Req.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Madrid Amaneció

Ayer en el desayuno tuve ganas de llamar a Luis para decirle que, después de seis meses, había cambiado de opinión. Lo más probable habría sido que me hubiera mandado al cuerno y la verdad, es que tiene todo el derecho de hacerlo. Pasé los últimos meses peleando como un perro con mi esposa, ahora ex-esposa para ver quíén se quedaba con qué. Felizmente (¿Felizmente?) no teníamos hijos ni nadie en especial por quien pelear, salvo nosotros. Habíamos intentado de todo, terapia en pareja, pscicólogos llenos de hipocrecía y diálogos que terminaban en floreros rotos y ella allá, pelando mandarinas y aguantándose el llanto. Quedamos en que era culpa de los dos, pero yo en el fondo sé que no es cierto. Me quedé con el departamento, ella con el auto, nos peleamos hasta por quién se iba a quedar con el álbum de fotografías de nuestro matrimonio, un sábado soleado hacía ya diez años. ¡Diez años! Diez años durmiendo al lado de la misma mujer, sin pensar ni una sola vez de manera maliciosa en las piernas de mis alumnas o las tardes solitarias de mis compañeras de trabajo. ¿Habría caído ella en la clásica tentación del adulterio? Me preguntaba a veces, cuando se iniciaba ya el friaje, si había otra persona en su mente fuera de mi. Ser un cornudo... aquello definitivamente nunca ocurrió.
Ayer por el desayuno, también logré sentir ese vacío silencioso de la mañana. Recién me di cuenta que no había nadie que encendiera la televisión para ver las noticias, que bostezara sin delicadeza y lanzara maldiciones porque no encontraba las pantuflas. Me reí con la taza de café en la mano, creo que me enamoré de mi esposa, porque ella era distinta a una manera extrema y excéntrica. Nunca usaba maquillaje, no leía las etiquetas de valores nutricionales, solo comía lo delicioso e incluso mis platos que quizás nunca fueron ideales. Ella no demoraba años en elegir la ropa para todos los días, solo hacía eso cuando íbamos al teatro, a su pedido personal, a escuchar la ópera en invierno o a celebrar nuestros aniversarios a algún lugar bonito. Lucho tiene razón cuando dice que tengo algo malo en la cabeza, no puede ser que todo ésto lo haya pensando en una mañana, habiendo pasado ya seis meses de nuestra separación. El café me sabió a lodo insípido y se me quitó el hambre de golpe, fui a dar una vuelta por el departamento como si fuera un parque, los árboles eran las columnas donde hacía mucho tiempo, nos habíamos desnudado sin vergüenza alguna, muriendo de risa, como chiquillos. Suspiré, morí. De repente sentí ganas de llorar, como si se me hubiera muerto algo muy querido, miré las ventanas y me acordé de sus huellas en invierno, cuando estaba aburrida, miraba el suelo y nos encontraba a los dos jugando entre discos, revistas. No podía acercarme a la habitación sin recordar cuántos momentos habíamos pasado allá adentro, leyendo, consumiéndonos en cosas de mayores que soñamos desde que éramos niños.
Que injusta es la vida de un adulto. Uno crece por las puras, siempre seguimos siendo los mismos, pero con barba, con el libido aumentado, con la edad necesaria para hacer locuras, como por ejemplo, divorciarte de la persona que más amas en el mundo. Me sentí como un imbécil, seis meses tuvieron que pasar, seis meses en los cuales quizás ella me dejó de amar, se dio cuenta que soy un idiota por tomar la acción más cobarde, la separación eterna.
La extraño, Luis, la extraño como no tienes la menor idea. Desde sus silbidos en el almuerzo hasta cuando hablaba durmiendo, cuando daba vueltas en la cama y me fastidiaba el sueño, cuando lloraba viendo musicales y hablaba malas palabras cuando había tráfico.
Quiero que regrese.
Ahora me doy cuenta, que es lo único que necesito.

On Melancholy Hill

No vale la pena decir que es otro día de vacaciones. Hace mucho tiempo que no escribo, no como debería, lo más probable es que sea un bloqueo, uno de esos tantos que me tienen presa y de repente estoy allá, perdiendo el tiempo mirando el techo por la noche, anhelando la compañía de muchas personas y preguntándome que será de nosotros mañana, en un mes, en un año, en cien años, si es que llegamos. El color anaranjado que trae el verano desentona con mi alergia común, mis estornudos inevitables y esas ganas de abrigarme aunque el día parezca un Sahara. ¿Será que contradigo hasta el clima? ¿Hasta esos límites he llegado? Y cuando todos se pelean de frío, yo siento el calor característico de haber tomado whiskey, cosa que por cierto, no sucede desde hace mucho tiempo.
Me alegra haber pasado mis cursos pesadilla, me preocupa que mi mamá esté enferma y que ya no haya nada bueno en la televisión. Lo más probable es que necesite una distracción radical, algo como saltar desde un helicóptero, visitar la morgue o simplemente irme a jugar pistolitas al segundo piso del centro comercial.
Estamos críticos, señores y señoras, a mi me ataca el tedio y ustedes parece que no tienen nada mejor que hacer que venir a leer mis penurias y alegrías vanas.
Hoy también estuve pensando en todo lo que ha pasado durante el año. Se me cumplieron mis deseos que pedí en año nuevo al lado de Sarah, créanlo o no, se me cumplieron todos. ¿Pasé mis cursos? Efectivamente ¿Me enamoré? Si, también ¿Soy feliz al lado de alguien? Feliz hasta la euforia ¿Ha bajado mi locura característica? Para nada.
Ahora, no sé que voy a desear para el próximo año que logra espantarme de alguna manera. El último año del colegio, qué increíble, por fin llegó, no me la creo, nadie se la cree. Nos vamos del colegio y según mi papá, no los voy a volver a ver nunca más. Ya veré si me choca, veré si me pongo triste o siquiera si me emociona el hecho de largarme de una vez.
Me muero de alergia y de tedio, estoy sola en casa y la televisión se muere de programas malos. Ni siquiera veo televisión.
Ésta parece la típica y veraniega escena de un suicido en una novela de Stephen King.
Pero no, el suicidio es para cobardes aburridos.
Yo todavía tengo demasiado que hacer en éste mundo tan chiquito y rayado.


Req.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Nuestro Dúo

Hoy día desperté a las seis de la mañana, presa de un aumento súbito de adrenalina. Desperté de golpe, los ojos bien abiertos, el rostro serio, el corazón funcionando, pero se sentía raro. "Todo fue un sueño" pensé en cuestión de micro segundos "Todo ha sido un sueño tibio y real". Me equivoqué, porque en minutos pisé tierra y me di cuenta que no había sido un sueño. Si pues, estaba completamente errada. Mi tía dormí en la cama de al costado, yo no me había movido en toda la noche, mis peluches descansaban contra la pared y el cielo aún estaba en un negro con tonadas azules. Estaba por amanecer.
Fui a leer "La tía Julia y el escribidor" al comedor, no se escuchaban los ronquidos de mi papá, tampoco las quejas tempranas de los vecinos o los taxis que (supongo yo) solo podían venir del aeropuerto a tremendas horas tan feas para estar fuera de casa. Leí por unos diez minutos, mi mamá se despertó y me pidió que vaya a dormir o por lo menos lo intente, con la excusa temblorosa que me asfixiaba en mis almohadas, logré quedarme.
No había sido un sueño. Me dolían las rodillas, pero solo había caminado cerca de mi casa en círculos una y otra vez, con un brazo alrededor del cuello y una sonrisa en el rostro. Había comprado un vestido la noche anterior sin sentir remordimientos ni tristezas prematuras, había sido un sábado once de diciembre, el día en que quizás todo cambió para siempre. ¡No, que no ha sido un sueño! Y aún me tiembla el corazón como si fuera gelatina de fresa y sin sabor bueno, cuando recuerdo todo lo que pasó, lo que pasará después, lo que pasará hoy.
Soy muy feliz.
Y a tu lado, estoy hecha pura euforia.
"Because you are my medicine, when you are close to me"

sábado, 11 de diciembre de 2010

Nuevo



Alguna vez creí, allá, muy en el fondo que de verdad yo podía destruír todo
lo que mis manos alcanzaban.
Hoy comprobé que no es cierto.


11/12/10

Mañana Especial




Una mañana de Diciembre ambas secciones fuimos llevadas al auditorio y cierto grupo de personas fue seleccionada para participar en números para un público en especial. Sabíamos, yo sabía, a quiénes pertenecían aquellas cabecitas bien peinadas, aquellos cuerpecitos pequeños, miraban con expresiones de sorpresa y diversión el escenario, esperando a otro movimiento súbito. Tuve la presentación en la orquesta y una vez que todos se retiraron tomé asiento. Los observé encantada, nunca había estado tan cerca de esa clase de niños, algunos mayores que yo, pero espiritualmente pequeños, inocentes, siempre sonriendo. Terminó el show navideño y había llegado la hora, nos pusimos de pie, aquellos que queríamos ayudar y llevar a los pequeños hacia el gimnasio, a tomar chocolate y comer panetón.
Fue entonces que cogí de la mano a Ángela.
Tenía diecisiete años, tez blanca y ojos chinitos, una sonrisa siempre presente. Usaba una blusa color rojo-navidad Su mano estaba entre lo tibio y lo frío, sudorosa, como la mano de una niña. Subimos las escaleras en silencio, no supe por donde comenzar, me sentí entonces nerviosa ¿Por donde comenzar? Llegamos al auditorio, la ayudé a sentarse y por un momento, levanté la cabeza a tomar aire, a organizar mis ideas. Nos vi a todos, adolescentes inexpertos, frente a aquel grupo de querubines que reían y miraban todo, extasiados.


-¿Cómo te llamas?
-Ángela- me respondió, mirándose las manitas.

Sin que entonces se diera cuenta, disimulando lo mejor que pude, me saltaron lágrimas en los ojos. Me encontraba entonces ahí, muerta de ternura, ahogándome de amor por aquella niña a quien yo llevaba a penas una cabeza. Le ayudé a tomar la chocolatada y después de haber terminado de comer (incluyendo el pedazo de Yudith, una niña de al lado, le regaló) la cogí de la mano y la paseé por todo el gimnasio, lleno de mis compañeros y de olor a puro chocolate. Fuimos hasta el árbol de navidad lleno de luces azules parpadeantes.


-¿Te gusta el azul, Ángela?
-Sí.
-Tenemos muchos árboles en el colegio... pero éste es
especial porque es azul ¿Sabías que también hay pájaros azules?
-No.
-Pues existen... y te dan... mucha felicidad.

Nos tomaron una fotografía con la directora del colegio y otro niño que conocía a Ángela. Me enteré entonces que ambos bailaban marinera, no sabía dónde ocultar mi emoción, ya no podía más y seguí lagrimeando, contándole cuentos al querubín que se había cruzado en mi vida, tan pequeña, tierna, quizás segura que todos éramos buenas personas allá adentro. Luego de unos minutos llegó la despedida y caminamos con nuestros protegidos hacia la puerta principal.
Me negué a despedirme desde allí de Ángela y la acompañé hasta la puerta de su autobús, donde le di el primer y último abrazo, recibí su beso en la mejilla y la observé partir. Me despedí entonces desde el jardín y todos los angelitos desde las ventanas, sonriendo, felices, comiendo los chupetines que les habíamos regalado al final. Cuando el autobús gris desapareció en la avenida 28 de Julio, me sentí más libre y firmemente, regresé al salón de clase con los ojos empañados y la sensación de haberme despedido de una amiga de toda la vida, de una prima pequeña, de una hija. Han pasado ya varias semanas, se ha terminado el año escolar y yo no sé dónde está Ángela, en qué estará pensando y se acordará de mi alguno de éstos días.


La Despedida

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Pánico

Me siento físicamente a punto de desaparecer. Mi paranoia, mi extraño hábito de exagerar todo lo que me ocurre me hace pensar que estoy a punto de irme, que quizás tengo alguna bacteria nociva dentro de mi, me aterra pensarlo, pero no se me ocurre otra cosa. Ya voy bien con mis medicinas, me siento algo mejor, debería de ponerme mi pijama y descansar un poco.
En caso que me ponga peor, es probable que no venga a escribir nada más por un tiempo.
Si no regreso... ya me entienden, si algo me ocurre, sepan que todo ésto, mi blog, fue muy importante para mi, siempre quise mucho a los que me admiraban y a los que alguna vez me llamaron loca y quisieron destruírme a mi y a mi sitio.
Gracias a todos los que estuvieron conmigo, los quiero, querré por siempre y a los que alguna vez me defraudaron, ches, bueno, así es la vida ¿No?
Quiero mucho a mi familia, con todos su errores, los quiero mucho a todos.
Espero mejorar, si Dios quiere.
Buenas noches.

martes, 7 de diciembre de 2010

Malquerencia

Allá voy, allá ando, seguiré andando
el ser detestado, insuficiente, violinístico
humano de terminaciones femeninas
con el pecho cortado por la hombrera

Soy quizás, muy por seguro, el ser amorfo
de una superficie oxigenada, la que goza
de heridas abiertas, como burdel de puerto
de una asfixia nauseabunda en lágrimas
que aparentan ser de un nulo significado

Aquí estoy yo, la que nació de carreras inconclusas
la hija de un Dios que me pensó y formó
el feto que nació a la incompresión, aquel recuerdo
del penoso y valiente libro de Job
¿Respiro o agonizo? ¿Seré carroña estando viva?
Odiaré entonces de por vida, como si jamás
me hubieran enseñado dogma agradable
agradeceré entonces, a mis padres por el tiempo
por su conducta que jamás será ideal
¿Y quien soy yo para juzgar?
¿No soy yo acaso, otro embrión tierno y especial?


Allá van, las teorías, los cristianos, los alpinchistas
que me río, como malabarista,
en mi tranquilidad falaz, en mi intento por coexistir

Allá voy, aquí estoy
sin amar, sin odiar, un fiambre malgastado
otra abominación ¡Murria!
Allá voy, la que brotó de lo incompleto
¡De lo triste!
¡De lo obsoleto!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Finales

Desde: Clase de cómputo (La última)




Todos se habían puesto de acuerdo para hacer que los salones se vean fantasmales hoy día y todo ha sido un plan fallido. Al parecer todavía tememos a lo que nuestros padres nos puedan decir si simplemente nos rehusamos a venir al colegio sin razón aparente. ¿Fingir un dolor de cabeza? No todos son buenos actores.
Miércoles feriado y un jueves fugaz, saldremos temprano y quizás, sea la oportunidad perfecta para revivir un tiempo que está por irse. Nos convertimos en los mayores del colegio y no, créamne que no es algo creíble. Por lo menos yo estoy segura que seguimos siendo niños que han comenzado secundaria, no solo por nuestra estatura (a excepción de unos tres que casi miden dos metros) o por nuestro comportamiento que pasa de pegar masas de papel húmedo en los techos hasta leer a Marx cuando es conveniente (en algunos casos, acá todavía hay algunos que se quedan con el periódico de cincuenta céntimos por las calatas del final).
El año se ha pasado muy rápido, estoy quizás, tan entretenida en mis placeres fuera de la computadora que no he tenido tiempo de escribir. Ya extrañaba mucho ese sonido de las teclas y la tinta congelada e inexistente de la pantalla. (Nota: Ahora debería de estar atendiendo a las exposiciones de mis compañeros pero las letras me llaman). Ha pasado mucho en éstos dos últimos meses, últimamente extraño a Sarah de manera entrañable, mi querida amiga Zeta Ere Hache, la irónica ¿Volveremos a charlar durante el almuerzo, quejarnos, bromear, hablar de las temporadas de Dr. House y contarnos lo más importante del año? No lo sé, amiga mía, pero sé dentro de mi que el año si ha sido importante.
En fin. Cuando acabemos éste año, será el final de un final y eso resulta al mismo tiempo, un comienzo. Seremos los grandecitos de secundaria, los viejos, los que tienen experiencia y tendrán que masacrarse para ingresar a la universidad en algo que de verdad deseen hacer.
¡Saquen esas ropas de baño, que ya llega el verano!
Y si de verdad te interesa lo que pasará después, te veré leyendo un cuaderno debajo del sol playero.

martes, 30 de noviembre de 2010

Dos

Quisiera disculparme
si alguna vez fui tu Dalila
si te corté el cabello de noche
y te quité los ojos, mientras murmurabas
¿No me querías, no me amabas?

Si alguna vez te dije, déjalo todo
si te pedí que renunciaras, que caminaras
hacia adelante, atrás, según mi antojo
perdón si tomé un baño de luna
y destruí tu tranquilidad
con deseos tácitos
Si ofrecí mi mano para luego quitarla
si te miré con ganas, sin intención ni misión
si fui actriz, una muy buena ¡Tan capaz...!
pediría entonces, por tu perdón
lavaría tus manos en esa lluvia
de mi crudo arrepentimiento
cuando quiebre tu Iglesia, tu pensar
cuando te pida volar, sin saber yo caminar
perdóname

Nota #7 (Music)

Mi primera presentación de orquesta fue ésta noche, la última para muchos de mis amigos y conocidos. A veces miraba a ese grupo en los escenarios y me preguntaba cómo sería, convencerte que de verdad un instrumento se hizo parte de tu cuerpo y ahora es como un brazo o una pierna, y de manera más sentimental, como el hijo o hija que por el momento no podemos tener.
No hay nada mejor que tocar un instrumento, que poder sentir la música. El Culto de Navidad es uno de los más importantes del año, quizás porque también es el último en donde participa la orquesta y el coro. Por el momento, se me cierran mis ojos, pero yo aún sonrío con ese sabor dulce de saber trabajar en grupo, de haber hecho un buen trabajo.
Lo cual me hace pensar mucho en que el próximo será mi segundo y último año en la orquesta, quisiera mucho haber podido ingresar hace años, para disfrutarlo a manera lenta, deliciosa. En fin, ojalá todos tuvieran la bellísima experiencia de tocar en una orquesta o en grupo o incluso de hacer un simple dúo con alguien.
¿Saben qué? La música es vida, en sí.
Me muero de sueño, de hambre y de satisfacción.
¡Buenas noches!

sábado, 27 de noviembre de 2010

Verano Utópico

Después de poner el tocadiscos nos quedamos tumbados mirando a las musarañas, labor muy interesante para otro viernes de verano, de cielos anaranjados y helados de colores. Aire tibio, eso es lo que se busca después de un invierno tan crudo y pasado, de esas tardes después del colegio tan aburridas y llenas de fantasmas de aburrimiento.
La música antiquísima despertaba muchas memorias, quizás de infancias incompletas o una que otra filmación con manchas sonoras y quemadas.Afuera las calles se iban apagando, dándole espacio a la loca noche, al libertinaje de Enero y sin embargo, ninguno de los dos se movía.
Parecía una comunicación telepática, la música sonaba y sonaba, nadie decía nada, salvo el vocalista. Extraño, me ponía a pensar, que haya llegado el momento en donde se nos acabaron los temas.
Quizás no era así. Quizás solamente había llegado el momento de callar, de esperar, de disfrutar del silencio por primera vez, porque hasta el silencio tiene un significado y uno muy grande. En éste caso, yo solo podía sentir la paz, paz de atardecer y de música vieja de tocadiscos. Habían unos vasos encima de la mesa con restos de jugo, un olor frutal inundó el ambiente. Sentí entonces que tarareabas una vieja nana, mi nana.
Apoyé mi cabeza en ese tibio hombro tuyo...
...y así, nos quedamos dormidos.

Nota #6

No tengo mucho tiempo, tengo algunas cosas que terminar y un sábado muy agradable por delante. A pesar de todo no dejo de mover nerviosamente la pierna, parece que algo me molesta o me inquieta, ya me estoy portando como algunos de mis amigos músicos con tics en todos lados.
Anoche me vendieron las películas de Resident Evil, cosa que nunca me atreví a ver en mi pasado y curiosamente a media hora del final, la primera se colgó. Tengo una suerte brillante, en serio.
Terminaré mis tareas (que raro suena eso, ahora que lo veo bien) y me pondré a leer. Me consiguieron "El fantasma de la ópera" y la novela es increíble, quizás hasta superior a las películas. En fin, siempre las novelas son mejores que las películas.
A una semana y algo más de acabar el colegio.
Necesitamos todos unas vacaciones locas.
Req.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Poema al Amor Moderno / Dulzoides

Ésta noche me río del romance
de los colorinches dulzoides de una atmósfera contaminada
con efectos invernaderos tan ardientes, carentes
me burlo, me revuelco de carcajeos como un animal
del romance tan actual, de los amores de caja de cereal

Me mofo del manto absurdo
que entibia esos lechos carentes
esos nudos de piel, rasguños y mordidas
salvajes que atan
hacia pilares de esclavitud
llamados tan erróneamente, amor

Si hay papeluchos de colores, musicales
pegados como moscas en ese cuadrado del calendario
esa figura plana que marca una salida, un horario
una llamada de tres horas y un regalo
Sorna envenenada, contra parejas de cajas navideñas
¡Quién dijo que una canción
parida de radio manoseada, puede ser amor!
¡Y hasta la dedicación más absurda,
es considerada ternura encarnada!
/Y a nadie le repugna/
Regresaríamos a las cogidas de mano
de veinticinco horas, la mano del amado
se ha vuelvo marroca metálica
¡Más no es óxido, solo el dulzoide error!
¡Ésta noche me río del romance,
desprecio como nunca antes, el cursilisísimo
el almíbar derramado, desperdiciado, tóxico
con el que se asfixian hasta la moradez
aquellos jóvenes alegres
de mi triste entorno!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Aclaración:



"No me agrada que le pongan cursilerías a mi relación,
somos los dos humanos, no
caramelos"

Bárbara R.

XX


Entrometida
¡Pérfida, deshonrosa y casi cercana a lo inmundo!
Así llaman a las genios
a las incomprensiones del mundo,
cuando se encarnan en mujer


Rebeldías instantáneas
(orates)
pornografías y siluetas obscenas
nos llaman, las llaman
vulgaridad del siglo
cuando son, somos, solamente
la sensual figura de la libertad

Nota Familiar



"En el despacho de mi papá hay una mesa enorme que tiene una
luna encima. Debajo de ésta, yacen papeles, recuerdos, estampas y anotaciones.
Mientras hacía mi (inútil) tarea de matemática y repasaba al mismo tiempo el
hermoso curso de Historia, vi que habia un papel rosa debajo del vidrio: 'Papi
te extraño. TE QUIERO MUCHO'
decía en unas letras infantiles, familiares, letras que fueron mías.
Al lado de eso, estaba garabateado el número telefónico de un cliente.
Gracias papi"

martes, 23 de noviembre de 2010

Sermón a Tu Siesta Hormonal

Nunca comprenderé el silencio
aquella mortuoria compañía
que siempre llevarás en tu regazo
en la inyección fría de tus ojos
y la calidez tímida de tus brazos

No entenderé porqué eres un beato
aunque uno muy abstracto
porqué tus manos yacen tan tranquilas
estando rodeadas de tanto pecado
tantas carnes y tequilas

Eres un enigma, en tu pasividad de santo
inmaculado yaces, con la mirada perdida
¿Será solo una sospecha mía?
Quizás, tenga que ver con tu hombría
¡Pero no! Eres enigma, en puro
con una naturaleza celestial

No entiendo. No anhelas errar como humano
no tienes escarchas de lascivia
tu organismo parece estar durmiendo
y sin embargo, en mi despiertas
los más paganos sentimientos

I (still) Love You


"Tenemos que hablar. Hace mucho tiempo que ésto era
necesario, ya llevamos más de diez años juntos, aquí, creo que ha llegado la
hora de conversar, como los grandes que imagino que somos. A ver cariño, Frida,
esposa mía ¿A qué le tienes tanto miedo? Porque hace mucho que noto que estás
asustada. No me mires como si fuera un loco, porque sabes que no miento en nada.
Frida ¿Cuál es el problema?¿Tú problema? Ya no puedes tocar una de Chopin en el
viejo Yamaha de la sala sin confundirte en las notas y volverte histérica,
queriendo destruir con golpes los bemoles imposibles. ¿O soy yo, Frida? Hay algo
que quieres decirme y veo que te lo callas, te lo ocultas muy mal, porque tu no
sabes mentir, eres transparente.
Eres incapaz de pasar una noche sin llorar mientras duermes.
!Sin dramas, Frida! Te pido que hagamos ésto sin dramas.
Charlemos por nosotros y por Lorenzo, nuestro hijo que colorea en su habitación,
por el que ahora mismo duerme en tus entrañas y por tu hija, mi hijastra que
nunca me aguantó y nunca lo hará.
¿Me amas, Frida? ¿Quieres quedarte o salir corriendo? Yo te
amo, mi esposa, mi Frida, si me he quedado tantos años a tu lado, es porque te amo.
Pero el día en que tu ya no me ames y yo no te ame más, te
prometo, que ésta empresa se habrá terminado"

Alocución


El profesor E tomó asiento, luciendo agotado por primera vez en mucho tiempo. Lo imité y con Vladimir en brazos, acariciando su piel de madera charolada, me dediqué a escuchar. ¡Era tan evidente mi distracción! ¡Mi incapacidad de concentrarme, reconocer en dónde estaba y lo que hacía! Tantos errores en tan solo dos pentagramas tan simples eran suficientes, algo me ocurría, y el hombre sentado en frente de mí lo sabía con seguridad. La cálida habitación de música se llenó de un asfixiante silencio mientras el profesor paseaba sus ojos negros por aquel lugar tan conocido, donde se había memorizado la ubicación de cada lapicero, cada partitura y cada atril. Aquel cuarto iluminado, rebosante de memorias.



-Yo creo- comenzó a decir –que tú tienes problemas de comunicación.


Asentí, con tanta hambre de sus sermones. Mi profesor pensó unos segundos con las manos entrelazadas y se dedicó a hablar varios minutos, sin tapujos ni ligeras delicadezas, indirectamente dándome ánimos después de mi fin de semana tan y apocalíptico. Aquella pena inyectada por mi padre se fue desvaneciendo con una rapidez muy tierna, no correspondida a la firmeza con la que hablaba el profesor.
Habló de su hijo, el pequeño que más de una vez encontré durmiendo en el sofá o intentando explicarme porqué su disfraz del hombre araña era el mejor. Para tener solo tres años, decía, sus cualidades musicales eran excepcionales, el profesor E hablaba como un padre orgulloso, que se moría de amor por aquella criatura que llevaba y siempre iba a llevar su sangre musical en las venas. Me sonreí.


-Y si cuando él crezca, me dice que odia el violín- dijo de manera solemne -Diré
que si quiere, lo rompa, porque jamás perdería a mi hijo por obligarlo a mis
caprichos e ilusiones.




Con un brillo triste y efímero en sus ojos, se puso de pie, indicando que ya era hora de tocar.
Me paré frente al atril, en silencio, rejuvenecida. Me alegré para mis adentros y esa clase, Vladimir brilló como nunca.




domingo, 21 de noviembre de 2010

Mi papá & Yo / Final

Me siento como un cadáver. Anoche, tuve la visión desastrosa, penosa, enormemente triste de lo que probablemente sea mi futuro. Bárbara Ramos, la joven que escribió, que tocaba el violín en la ventana, que ganó concursos a nivel nacional donde se escribía, la poeta sin esperanza por la humanidad... transformada en otra persona que se dio por vencida.
Mis sueños se quebraron anoche durante el frío almuerzo familiar. Las cosas no funcionan, por favor, no podemos ser una familia feliz no lo vamos a ser nunca y nadie en especial tiene la culpa. Un amigo me llamó por teléfono buscando ayuda, eso fue lo que le ofrecí, sentí su pena, como de costumbre me pongo a succionar sensaciones que me rodean. Sin comentarios de mis padres, siempre. Durante el almuerzo mi papá comenzó a hablar que tenga cuidado con los dramas falsos, con los imbéciles hijos de puta que te pintan cuentos. Gracias papá, de seguro es por eso que he crecido sin amistades de verdad y ya no tengo pena en decirte lo infeliz, la absurda soledad en la que suelo vivir. Todo eso fue el comienzo de un sábado de tortura, de mi asesinato espiritual total. Hablamos del futuro.
Seamos claros, por favor, mi papá se muere por que yo sea abogada. Penal, como él. Que me dedica al derecho, que gane mucho dinero y pueda mantenerme sola cuando sea grande, me pone como ejemplo a mis hermanas, me cuenta lo duro que era con ellas y yo me pregunto ¿Hay alguna diferencia entre yo y ellas? ¿No es acaso de manipular mi vida así como lo hizo ya antes? El único problema, es que yo nunca le pido nada, si mi padre decide no hablarme en tres meses, créanme que me importa un reverendo bledo.
Dejé de quererlo como antes cuando me enteré que no me considera nada especial, a penas sabe lo que me gusta, siempre me ha criado como quiso, como lo criaron a él, sin amor, sin sensaciones tiernas, solamente con una visión destructiva de lo que es la vida. Cuando yo tenía cuatro años comenzó a hablarme de la maldad del mundo, pero nunca, NUNCA, me ha contado cosas bonitas de allá afuera.
Entonces fue que crecí y me volví una persona siniestra, negativa, pesimista, triste. Solitaria, sobre todo, porque cuando no me bromeo ni me codeo con mis amistades, me siento un ser miserable, infeliz. Si mi propio padre me dijo que soy una vergüenza para la sangre, para la familia ¿Cómo demonios me debería de sentir? Si mi papá me dice que la vejación y la humillación es la mejor manera de disciplinar ¿Qué debo de entender? ¿Que soy algo más que un animal al cual se puede maltratar como si no fuera pensante? Papá, papá... todos los problemas mentales que tengo, están en tus manos, todo, absolutamente todo, es tu culpa.
Si llego a ser la abogada penal que quieres que sea, si dejo mis sueños de Literatura y me arranco todo lo que amo del espíritu, lo más probable es que me muera siendo infeliz, muy infeliz. Y para ese momento, iré a verte y te diré que nunca te perdoné por haberme malogrado la existencia, porque por tu culpa me lleno la garganta de bilis y los ojos se me enrojecen por un llanto de frustración.
Estoy sangrando, siempre he sangrado por dentro, papá.
Y toda esa sangre, tiene tu nombre.

martes, 16 de noviembre de 2010

Demencia

Meses antes de convertirme en lo que soy ahora yo tenía una vida normal. ¿Si quiera puede decírsele a una vida normal? ¿Es en serio? No sé que entenderán ustedes con normal, quince años cumplidos en un maldito día de Junio, una fiesta en donde ninguno de mis amigos (¿Eran mis amigos?) fue y donde me mimaron con toda clase de regalos para que me olvidase de mi triste existencia. Y es cierto, porque mi existencia es triste, no tiene sentido, es la cosa más efímera y maldecida que ha podido tener éste mundo alguna vez, no tengo pena en admitir lo salvaje de mi origen, lo ilógico. Mi madre me abrazó toda la noche tratando de calmarme, porque me deprimo en mis cumpleaños, al día siguiente tenía colegio y mi fobia escolar no ayudaba en nada. Mis padres nunca entendieron de verdad qué era ésto de la fobia escolar, creían que todo se basaba en mi flojera (?) por ir al colegio, leer, calcular y hacer vida social. Siempre he sido un introvertido, un antisocial, asquerosamente solitario, a pesar del dolor que me causaba ver a todos jugar.
Es que soy un enfermo, nada más.
Iba, me tropezaba como siempre en las escaleras, gracias a los cabes de mis compañeros del colegio. Me insultaban en cuanto me veían, nunca les pregunté porqué y pedir que se detuvieran era acabar vomitando sangre como siempre. Yo no quería, la sangre es metálica, sabe mal, muy mal. Mis cuadernos pintarrajeados con palabras obscenas eran mis únicos amigos en ese entonces, valían más que todas las basofias que me rodeaban, malditos todos los que se burlaban, los que me miraban con pena y no podían hacer nada ¡Porque no querían, porque les divertía mi agonía, malditas porquerías! Y así fue pasando el tiempo, fui pensando en qué hacer, ya me aburría de tanta violencia, de ser un objeto para patear y escupir.
Regresé a mis tiempos de silencio, mis notas empeoraron, los profesores también me odiaban. Todos me odiaban, todos me odian, todo el mundo está en mi contra, porque yo siempre he estado y voy a estar solo. Los miraba todo el día, analizaba a dónde iba, qué hacían y cómo reaccionaban, mi plan estaba en proceso, iba a haber una fiesta antes de Navidad y todos estaban invitados.
La primera fiesta de mi vida en donde iba a divertirme de verdad.
¿Y mi vida era normal? No sé, no me importa, de todas maneras. Solo sé que era infeliz, soy infeliz, siempre lo seré porque la soledad te vuelve un loco, el hecho de no hablar de verdad, de mantener una doble vida. El niño bueno de mamá y el enfermo burlado y escupido del colegio. ¡Ya basta, por favor, déjenme! Y todo en vano, tantos gritos gasté para que nunca se detuvieran... pero sé que se divirtieron. Todos tuvimos una fiesta ¿Verdad?
Pasado los meses me levanté un lunes feliz y besé a mi madre en la frente, miré a mi papá con poca compasión, él era el que menos se interesó en formarme, en decir cómo defenderme, qué hacer cuando la sociedad vuelve tu vida una basofia total. Alisté mis cosas, partí al colegio en silencio, por fin el oxígeno no me dolía, los ojos no me ardían, estaba tranquilo, muy sereno y sobretodo, complacido con la fiesta de esa mañana. Entré, me tropecé como de costumbre y aguanté durante media hora la sorna de mis compañeros. Fue así, hasta que sonó el timbre y me acerqué a cerrar la puerta con seguro. Me preguntaron qué hacía y nunca llegué a responder.
Recuerdo el sabor metálico, asqueroso pero satisfecho de la sangre de mis compañeros en todo mi cuerpo. Fue como una ducha, un bálsamo, sentirla que me hacía bien, ya era hora que se callaran, solo se escuchaban balazos por todos lados, olor a aceite, llanto, lágrimas y sangre, sobretodo, aquel líquido tan anhelado. Intentaron forzar la puerta, interrumpiendo mi éxtasis de placer, pero no lograron abrir. Todo estaba yendo muy bien, perfectamente bien, ya nadie iba a molestarme ¿Ves, mamá? Pude defenderme, pude ser el hombre que siempre quisiste que fuese, tranquilo, sin iras contenidas. Las sirenas de la policía inundaron mis oídos y me quedé ahí, de rodillas, a la mitad del salón asfixiado en cadáveres frescos, ojos abiertos, vísceras pegadas en las paredes y charcos debajo de mis pies. Me toqué el rostro, manchándome como un salvaje, cerré los ojos y me abandoné a la música de la policía, de la paz infinita, muy buena.
Mi padre ha sido el único que se ha olvidado de mi. Soy otro, mi vida ya no es normal, si es que alguna vez lo fue, vivo aislado, en silencio, alimentándome de mis fantasías y mis buenos recuerdos de aquel día en donde la fiesta fue un éxito total. Todos nos divertimos, finalmente como amigos.
Aunque no quede nadie, a veces me gusta pensar, que hubiera sido tierno tener un amigo de verdad...






Continuará, pese a la adversidad...

Nácar

Entre rosales espinosos, tácitos
caminaba la nívea
como fantasma, como una ajena
¿Reclamaría yo, alguna vez,
un beso ponzoñoso de tu boca salvaje?

Nívea silvestre, de pechos perlados
ojos de demencia, caninos afilados
¿Merezco yo, una caricia,
una noche suicida? Fundiéndome contigo
en un lecho corrompido

Perla ¡Aléjate! Más no te hagas niebla
no me plantes tus lagunas grises
¡Sonríes, tan cínica! Tan tierna...
tan cercana a la muerte

lunes, 15 de noviembre de 2010

JIC


Aunque borres y no quede huella de lo que escribiste aquella
vez, de todos modos ya has gastado tinta.
Y escúchame bien: Eso NADIE lo va a
cambiar.


Por eso te ruego que dejes de intentar ser alguien nuevo
cuando aún no has enfrentado tu pasado.
Digamos las cosas como son, siempre serás el mismo.
... aunque cojas tu borrador y te creas feliz.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Embrassade

Tengo una bahía astillada
y engendro orillas saladas con muchas palabras
todo tiene un significado
hasta las olas de mis playas desoladas

¿No lo crees?
Correr descalza
sobre los hielos y glaciares
de un llanto tan cálido
tan anhelado, entre letras y números
entre notas y hojas suculentas


Tengo unas gracias y unas disculpas
tengo irracionalidad, risa a flor de labio
lágrima a ojos diáfanos
nos tengo a nosotros
¿No lo crees?

viernes, 12 de noviembre de 2010

Distopía

No nos queda mucho. Ya no basta pasarse cuarzo frío por el cuello. No me voy a bañar en flores, no voy a decirle a Flora que siga orando por mi por las noches. Se acabó, no nos queda mucho. Me lagrimean los ojos porque todo está lleno de humo, me ahogo en fragancia de cigarro, pero no les puedo decir que se detengan, nunca me escuchan. Se acerca el final ¿No? ¿Ya va a amanecer? Todas las ventanas están cerradas, hace calor, pero allá en la esquina las gemelas tienen frío, están de negro, como para un velorio, todos estamos de negro, todos bailamos, reímos, pero a mi nada me hace la más mínima gracia. Hay una mujer desnuda, curvilínea, hecha de madera y cuerdas que descansa en los brazos de mis amigos, se carcajean, la tocan, la rasgan con violencia y todo es por nada, ni siquiera la puedo escuchar gemir de dolor o de excitación. No puedo gritar que se detengan, no puedo ni siquiera caminar derecho, estoy sentado en una silla a punto de romperse ¿O el que está a punto de romperse soy yo? No sé, alguien me acaba de botar humo encima del rostro, huele a algo floral y tóxico, una de las gemelas o es la chica de pelo rojo ¿Se ha sentado en mi pierna? ¿Es hombre o mujer? Me pongo de pie cogiéndome de los muebles ¿Son muebles? Me tiembla el piso, me sangran invisiblemente los tímpanos, la música es infernal, la mujer de cuerdas y madera se ahoga entre esos manoseos tan vulgares. Salvajes, todos salvajes, todos con rostros pintados, me sonríen, me llaman por mi nombre, si es que es mi nombre ¿Cómo regreso a casa? ¿Es de día o de noche? No nos basta nada, no nos queda mucho. Acá están todos, los amigos de mi infancia, las niñas con muñecas que ahora se arrancan la ropa sobre la mesa, alguien se quedó dormido allá abajo, no lo pises, no le escupas, no le tires alcohol porque ya ha sido suficiente. Acá están los enanos que jugaban fútbol, aún tienen hoyuelos en las mejillas, sonríen como los de siempre, tan inmaduros, frescos, con los ojos inyectados de sangre y los dedos oliendo a nicotina, menta, perfumes baratos. ¿Cómo estarán mis padres? ¿Dónde estarán? ¡Saltan, saltan! Me pisaron, pero yo salto con ellos, esa masa de desconocidos, de muertos vivientes que alzan los brazos y se chorrean en cremas, en agua, en cerveza debajo de la mesa. Y todos de negro, como procesión del infierno, como los engendros de aquel tiempo tan violento en el que vivíamos, los hijos de la violencia, de la guerra en televisión y de una educación carente, fallida ¿No nos queda mucho, cierto? ¿Ya va a amanecer? No encuentro el baño, tengo náuseas, me duele mucho la cabeza, voy a estallar y todos los bastardos que saltan a mi lado se mancharán de mis vísceras rebeldes. Arriba alguien golpetea contra el muro ¿La habitación al lado del baño? Moriré, voy a morir, ésto es el inframundo más perfecto del mundo, mi distopía, mi dolor placentero y nunca voy a salir, condenado por siempre ¿Donde estarán mis padres? La mujer de madera se ha roto, la han asesinado, se comen sus partes y todos ríen, todos saltan sobre sus restos, la música nos domina, estamos endemoniados, todos de negro, todos mareados, todos hermanos...

domingo, 7 de noviembre de 2010

Des Crachats

Todos llegamos a un momento en donde pedimos perdón y exigimos disculpas. Es el borde, definitivamente, la frontera, porque las personas como tu y yo, difícilmente accedemos a éstas cosas. Somos muy orgullosos ¿No lo crees? Muy egoístas, nos creemos superiores, incluso entre nosotros, competimos sin darnos cuenta, nos damos puñaladas silenciosas, porque buscamos nuestra propia felicidad. ¿No es eso, algo malo? ¿No es una razón para que dejemos de estar juntos?
Perdóname, porque nunca fui más que aquella sombra púber de tus contactos colorinches. No alcancé a brillar ni siquiera como la sangre seca que se quedó pegada en tu oscuro pasado. No nos hagamos los tontos, tú crees que no lo sé, que no escucho, que no siento, que no existo, salvo para escuchar y soportar tus problemáticas. ¿Se supone que así funcionan las cosas? Yo aguanto, tu vives feliz. De verdad, nunca lo pensé de una manera más realista que ésta. Perdóname porque siempre voy a ser la pequeña, la menor del grupo, quizás la intrusa. Otra Merlina Adams que nunca debió cruzarse en tu camino ni en el de nadie que tiene tus características tan crueles. Perdón porque no tengo una figura agradable, porque no soy apetecible ni me asemejo a las fantasías carnales de ningún ser humano en éste planeta. Perdón porque tengo miopía y sin gafas soy tan ciega como un topo, no te puedo observar, ni intentar buscar tus manos a la mitad de un tumulto.
Pero yo sí te exijo unas disculpas. Quiero que te disculpes, por tu insensibilidad tan espantosa y enfermiza. Porque primeramente, me creíste una infante, me subestimaste, allá, al fondo de todos tus halagos. Me querías hacer creer que puedo ser como las demás y lucirme, que puedo ser mariposa cuando seré una oruga verde toda la vida. ¡Así me subestimas! Me crees una crédula, una tonta, una niña.
Quiero que te disculpes por fingir que significo algo. De verdad, de verdad, de verdad ¿Creíste que iba a ser tan sencillo? Llegar, desaparecer, reaparecer. Son tres cosas sencillas, tres cosas que me hubieran asesinado, si no hubiera sido porque no te amo y nunca te amaré. Espero que lo entiendas, que lo asimiles, yo no puedo amar a lo dañino, a lo que algún día me dejará. ¿Y por qué me dejarás? Porque así está escrito todo. ´
Tú no naciste para estar a mi lado.
Dentro de un corto tiempo, de un intervalo feliz, cuando los dos sonriamos y cantemos sin nada en qué preocuparnos, sin darnos cuenta... vamos a olvidar todo.
Y entonces será cuando no recuerdes mi apellido.
Entonces verás que tengo razón cuando digo: Tú no naciste para estar a mi lado

Mi Abuelo

Me hubiera gustado saber cómo era mi abuelito paterno. También el materno, pero él murió cuando mi mamá era chiquita y ni siquiera sé como es su rostro... pero mi abuelo paterno vivió hasta el año 2003 y sin embargo, nunca lo conocí. Iba a su casa en navidad, preguntándome porqué estábamos prácticamente obligados a asistir, porqué nunca me miraba de frente ni me mimaba. Yo siempre me acercaba a mi abuelo con miedo, durante las fotografías, como si fuera un señor extraño, alguien que de todos modos, comparte un lazo (o mejor dicho compartía) conmigo. Me ponía seria a su lado, al lado de su silla de ruedas y esperaba al flash para luego correr y minutos más tarde, llorar, por los fuegos artificiales que dejaron de asustarme recién a los diez años.
La última navidad que pasé con mi abuelo, me regalaron un telescopio. Soy mala en números, yo solo recuedo que debía de tener siete años o algo por el estilo, quizás menos. Un telescopio que ya no sé en donde está y que usé solo un par de veces, en el escaso espacio de mi balcón y en el polvo de mi azotea. Hasta ahora me da algo de nostalgia recordar esa navidad, creo que se debe a que es el recuerdo más vívido que tengo de él. Siempre sentado en su silla de ruedas, mi abuelo no tenía piernas, las perdió en un accidente mientras iba a una fiesta, por lo que yo sé. Debió de ser horrible despertar y darse cuenta que no iría solo a ninguna parte nunca más. La casa del abuelo Ruperto siempre me pareció especial, yo a veces entraba a su cuarto cuando él no estaba, los maderos rectangulares del suelo solían salirse y yo los acomodaba, como un rompecabezas. Su baño era estrecho, de un color verde agua muy enfermo y siempre olía a jabón, no entraba casi nada de luz. Había una señora que lo cuidaba, tenía una hija llamada Karen que siempre me pareció lindísima, pero ya no recuerdo nada, salvo que siempre andaba con uniforme y tenía una voz casi inaudible.
Abuelo Ruperto nunca me sonrió ni me acarició la cabeza como los abuelos comunes. De alguna manera, yo no sé lo que es el amor de un abuelo, la única que sí lo demostró fue mi abuela materna, pero ella murió cuando yo tenía dos años y no recuerdo nada de ella. Las fotografías demuestran que me quería... aún me querría, a pesar de todo. Mi abuelo me miraba frío y al mismo tiempo, con un brillo triste en su mirada, como si yo le recordara constantemente, lo cerca que estaba de morir. Todos lloraron cuando se fue, pero yo no, a penas me sentí triste porque mi papá andaba apagado.
Vamos a verlo cuando podemos al cementerio, mayormente los domingos. Está enterrado con su esposa, a quien no conocí nunca, salvo por un retrato en sepia en el escritorio. Le dejamos flores, gladiolos rojos y yo dos rosas, una para cada uno.
En la casa del abuelo había un jardín con muchas flores muertas y cordeles para la ropa mojada. ¿Alguna vez logré jugar en ese sitio? ¿Lograré ver que aquel jardín, siempre representó y representará, el estado tan triste de mi abuelo?
Ay, Ruperto... mi papá te extraña.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La Barca Sin Pescador

Dirigida por Manuel Rojas, hoy se acabaron las presentaciones de la obra "La barca sin pescador" de Alejandro Casonas, en donde participó el elenco de los alumnos de cuarto año. Increíblemente es cierto, todo se ha terminado, todos éstos meses ya pasaron, las tardes y noches en el colegio, los dolores de garganta, de pies, el maquillaje, las bromas durante los almuerzos y esa oportunidad única que teníamos de conocernos a pesar de todo. Soy incapaz de hacer una crítica constructiva o destructiva de nuestra presentación, se me es imposible, pero de alguna manera creo que hicimos nuestro mejor esfuerzo y que lo logramos.
¡Hey, profesor, director Rojas! ¡Lo hicimos, lo logramos! ¿Ve que no hubo ningún fracaso? ¡Nos vemos el próximo año, no se vaya a escapar, que tenemos mucho que hacer en la próxima obra! ¡Hasta luego, director Rojas!
Cuando era pequeña esperé mucho por éste año, éstos días. Miraba a los grandes de cuarto actuar y pensaba qué tan emocionante podría ser estar allá arriba, en escenarios, dominar la escena, ser alguien más por dos noches de gloria.
¿Pero saben qué es mejor que la gloria? Las experiencias que pasamos detrás del telón. Las discusiones y carcajadas y maldiciones que lanzamos juntos, el elenco de "La barca sin pescador", mis queridos amigos del colegio a quienes muchos yo no conocía y ahora me he dado cuenta que son excelentes. Me alegro, porque hemos atado lazos muy fuertes en éstos dos últimos meses, todo gracias a los pequeños problemas que teníamos, esas situaciones en donde necesitábamos unos de otros. ¿Me ayudas a ensayar mi parte? ¿Tienes un guante negro? ¡Oye, oye, sales por el otro lado en esa escena!
Gracias al director, al profe, por su tremenda paciencia y dedicación. Gracias a todos los que fueron a tomarnos fotos, filmarnos, criticarnos o simplemente vernos.
Ha sido una de las mejores experiencias del año. Gracias, definitivamente, gracias, a los que trabajaron tanto en ésta presentación.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Tragédies et des scènes

Por lo menos me estaban pagando. Eso era lo único que me hacía recobrar la cordura, después de cuatro ensayos de pesadilla. Y me estaban pagando a manera razonable, supongo, suponía. Veía a aquellos jóvenes talentosos del colegio cristiano sentarse en el escenario, con risas escandalosas y llevándose todo a la broma, quizás eso hacía la mayoría... "¿Funcionará?" me preguntaba mientras marcaba pasos y tonalidades "¿Lograrás que ésto funcione de verdad?" Encontré un positivismo en todos, en fin, era gente joven, actuaban tan tranquilos y al mismo tiempo emocionados, ansiosos, con sus malas palabras que yo fingía ignorar. Y entre aquellos púberes locos estaba Ana. Probablemente nunca me la vuelva a encontrar, hasta el próximo año, si es que decido regresar, si es que ella decide involucrarse en los escenarios. Otra chica, bajita, sin ninguna coquetería especial, al lado de sus amigas, parecía un árbol otoñal junto a tanto cerezo en flor. Ana tenía algo, siempre lo tuvo, era extraña desde el día mismo que comenzamos los ensayos. ¿Sería la tragedia que arrastraba, detrás de su uniforme sin recortar?
Ella no hablaba, más parecía un constante canto carente de dulzura, la voz de una capitana o quizás de una líder fuerte y sin sesos, Ana hablaba en humor negro y en un sarcasmo que llegaba a ser cruel.
Me sorprendía, me sorprende, que todos carcajearan al escuchar.
Nunca me expliqué porqué me molestaba de manera tan peculiar su presencia. Es decir, no era incómodo, pero si muy extraño, enigmático. Su mirada era difícil de llevar, de eso me di cuenta las pocas veces que ella miraba a alguien a los ojos. Tenía las iris oscuras, carecía de ese brillo de la juventud, el que les gusta a los viejos, el de las películas, caminaba con los hombros caídos, siempre seria y su sonrisa era sinceramente terrible. ¿Alguna vez a Ana abrir la boca para sonreír? No, eso nunca ocurrió. Una de esas tardes me dijo que simplemente no lo hacía nunca, ni en las fotos. Bueno, Ana, si así lo deseas, si así lo piensas...
La noche final, la despedida de todos, se respiraba tensión. Yo los maquillaba, los admiraba, mezclándome en su estrés y ansiedad, pues todo terminaba dentro de unas horas. Me tocó maquillar a Ana-Tragedia y comenzó a quejarse de aerosol, de las pinturas y de mis crueles experimentos colorinches que ejecutaba sobre su rostro. Se quejaba, Anita, entre polvos y lápices, pregunté entonces qué había pasado en su corta vida, a sus diminutos dieciséis para que pudiera actuar tan trágica y comportarse tan hostil cuando algo la molestaba. "Me quedaría acá toda la noche si le contara" respondió cerrando los ojos, con su voz de cantos fúnebres.
Ana era consciente desde los siete de lo que era la tristeza. Cosa peculiar, casi nula, casi llegando al límite de lo enfermo y lo trastornado. Sospeché entonces que era cierto, sus amigos giraron a decir que siempre fue igual, aquella chiquilla no me estaba jugando, de verdad era Ana-Tragedia, siempre, por siempre.
Por lo menos me pagaron. Ese fue el último pensamiento absurdo que salió de mi mientras cruzaba la calle iluminada por colores semafóricos. Hacía frío, no iba a regresar a ese colegio cristiano por mucho tiempo, iba a extrañar a todo mi elenco, a pesar de todo.
¿Lograría extrañar la pena de Ana, la manera tan apasionada con la que tocaba el piano por las tardes, con ese amor que nunca demostraba abiertamente hacia los demás? Cuando la vi consolar a una chica a quien ella le había perdido toda clase de esperanza, pensé que los árboles que se pelan en otoño, siempre seguirán siendo árboles.
Ana-Tragedia la del colegio cristiano, la que leía en vez de reír, la que me detestaba mientras la maquillaba y respondía con rudas grocerías a los amigos que de todos modos quería, la que al final...
¡Taxi, taxi! ¿Cuánto me cobra hasta...?
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