miércoles, 29 de diciembre de 2010

Confesiones Sobre la Felicidad Absoluta

Mamá y papá dicen que es ilógico que quiera ser psicóloga teniendo un severo problema mental. Seamos claros, quizás no dijeron problema mental, pero era evidente que tengo algo malo, solamente saben que tengo baja autoestima y que quizás soy uno de los pocos seres en el planeta que no se ama como debería. No es la primera vez que hablo de esas cosas, sé que la mayoría de las personas que visita éste sitio sabe que antes me deprimía por meses, que escribía cosas enfermas y tristísimas, resultados de mi enfermedad y que hablo de esas cosas, sé que la mayoría de las personas que visita éste sitio sabe que antes me deprimía por meses, que escribía cosas enfermas y tristísimas, resultados de mi enfermedad y que bueno, parece que lo superé, ya no paso más de cuatro horas en estados de cavernas oscuras. Mi problema es, siempre lo fue, pensar que todos los que me rodean de una manera u otra terminan heridos de muerte. Quizás no de muerte, pero lo suficiente como para joderse unas horas, quizás una noche o una mañana, depende del momento del día en que intenten resolver problemas que siguen siendo míos, cuando intentan desatar nudos que de verdad ni siquiera sé exactamente en donde se formaron. ¿Me considero feliz? Si, debo de admitirlo, si. ¿Tengo inconvenientes terribles, tristes, opacos que a visión ajena lograrían hacerme caer en picada y afectan negativamente a mi personalidad y accionar? Uhm... después de pensarlo, admito que sí, definitivamente sí. Lo peor de todo es que con el tiempo, cada vez le presto menos atención a ese detalle, comienzo a creer que si mis amigos y familiares se amargan o entristecen por mis líos, siguen siendo ellos quienes se lo buscaron. Uno no se mete a un huracán porque quiere ayudar ¿O si? Yo me he jodido la vida muchas veces por ayudar a los demás ¿Me funcionó? Momentáneamente porque todos mienten, nadie es perfecto y cuando nuestros errores son agradables, pocas veces deseamos cambiar. Simplemente: Me llega si me ayudaste, yo soy feliz con la desgracia.
Los humanos somos tercos, no tenemos remedio, todo el mundo miente, casi todos deciden quedarse en su agujero de problemas. Si quieres ejemplos mira la televisión o en las casas de al lado, las vecinas que son víctimas de sus maridos porque les pegan, las revientan, las abusan ¿Dicen algo? No, y si te preguntas porqué puede ser por miedo o porque simplemente les gusta, están ciegas, enfermas, les excita la violencia, no lo sé, pero todos tienen razones para mantenerse en desgracia.
Por si alguien se pregunta no me siento triste, no estoy molesta, no estoy en mis ataques de paranoia ni quiero extraerle los órganos vitales a nadie, no se preocupen. Por el contrario, me siento muy tranquila, muy serena con mis pies fríos y mi casa en desolación total porque mis padres no están. Nota divertida: Mi perro (es hembra, pero no me gusta llamarle perra así por más porque esa palabra solo es para humanos que la merezcan) me tiene un miedo directo y sencillo, le aburro en gran manera, por eso cuando no hay nadie en casa se acuesta en el sillón y duerme hasta que alguien venga a jugar con ella. Ajá... los humanos se matan de risa a mi lado y no puedo arrancarle un gesto gentil a una cuadrupeda que es incapaz de razonar. Eso me dio pena, a pesar de que no me caiga bien, tratarla como un ser sin sentimientos me parece cruel, llora cuando se van todos y corre cuando ve, debe de tener emociones en algún lado.
No nos salgamos de tema (imposible, en éste blog, en éste mundo, con ésta escribidora, siempre uno se sale de tema). Creo que mi mamá es la principal persona que sale herida cuando me intenta ayudar, es porque no quiere tampoco comprender porqué antes yo me deprimía por meses o porqué siempre he sido tan destructiva, nociva, en un término simple: Mala. Más de una vez terminó llorando mientras yo le contaba mis penurias, quizás se preguntaba "¿Qué he hecho como madre para que mi hija sea tan infeliz?" Pero no mami, no soy infeliz, solo tengo nudos, como todo ser humano, tengo huecos, todos tenemos huecos, desgracias, sangre seca e indeleble.
La felicidad absoluta es una mentirita piadosa que nos venden los libros autoayuda. Todos podemos ser felices, pero la vida perfecta, una vida sin momentos diminutivamente tristes, imposible. La vida perfecta es para la gente perfecta, y eso, porque Jesús fue perfecto y tuvo muchos problemas, oh si, aunque no parezca, recalco a todos los que leen éste lugar que yo si soy creyente, critíquenme si lo desean, tengo muchas cosas qué sanar, cambiar y borrar todavía.
Soy una de esas personas que gozan de desatar nudos ajenos. Me gusta que me llamen por teléfono a pedirme consejo, tener gente que necesita un desahogo llorando en el hombro, dar abrazos, hacer felices a los demás, quizás esa es mi manera de olvidarme de mis propios problemas.
Pero es injusto que alguien más se joda la vida por mi, lo digo en serio, lo que más me encabrona, me molesta en ésta vida que me tocó, es saber que alguien sufre por mi causa, no soy una buena razón para llorar, tampoco para enojarse o dar pataletas, solo soy yo. Les agradezco a todos los que han intentado y los que han logrado hacerme sentir bien, salir de mis agujeritos de tristeza, de verdad los amo con toda el alma... pero no estén tristes, no filosofeen sobre mi existencia pensando que van a comprender, cuando yo ni siquiera me comprendo a fondo absoluto, cada día, cada patada en los ovarios que me da la gente que amo cuando es necesario, me ayuda a encontrar piezas perdidas de mi persona.
Si alguna vez les jodí la noche, la mañana, el momento de sus vidas donde me preguntaron así de simple "¿Estás bien?", lo siento mucho, no fue mi intención, jamás la ha sido ni la será.
Los quiero mucho, siempre lo haré, hasta que desaparezca de éste mundo por mi cuenta o cuando lo hagamos todos juntos, ojalá los Mayas hayan hecho esa roca en estado etílico, por favor.
Buenas noches.
Req.

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