Hoy día desperté a las seis de la mañana, presa de un aumento súbito de adrenalina. Desperté de golpe, los ojos bien abiertos, el rostro serio, el corazón funcionando, pero se sentía raro. "Todo fue un sueño" pensé en cuestión de micro segundos "Todo ha sido un sueño tibio y real". Me equivoqué, porque en minutos pisé tierra y me di cuenta que no había sido un sueño. Si pues, estaba completamente errada. Mi tía dormí en la cama de al costado, yo no me había movido en toda la noche, mis peluches descansaban contra la pared y el cielo aún estaba en un negro con tonadas azules. Estaba por amanecer.
Fui a leer "La tía Julia y el escribidor" al comedor, no se escuchaban los ronquidos de mi papá, tampoco las quejas tempranas de los vecinos o los taxis que (supongo yo) solo podían venir del aeropuerto a tremendas horas tan feas para estar fuera de casa. Leí por unos diez minutos, mi mamá se despertó y me pidió que vaya a dormir o por lo menos lo intente, con la excusa temblorosa que me asfixiaba en mis almohadas, logré quedarme.
No había sido un sueño. Me dolían las rodillas, pero solo había caminado cerca de mi casa en círculos una y otra vez, con un brazo alrededor del cuello y una sonrisa en el rostro. Había comprado un vestido la noche anterior sin sentir remordimientos ni tristezas prematuras, había sido un sábado once de diciembre, el día en que quizás todo cambió para siempre. ¡No, que no ha sido un sueño! Y aún me tiembla el corazón como si fuera gelatina de fresa y sin sabor bueno, cuando recuerdo todo lo que pasó, lo que pasará después, lo que pasará hoy.
Soy muy feliz.
Y a tu lado, estoy hecha pura euforia.
"Because you are my medicine, when you are close to me"
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