
Fui a leer "La tía Julia y el escribidor" al comedor, no se escuchaban los ronquidos de mi papá, tampoco las quejas tempranas de los vecinos o los taxis que (supongo yo) solo podían venir del aeropuerto a tremendas horas tan feas para estar fuera de casa. Leí por unos diez minutos, mi mamá se despertó y me pidió que vaya a dormir o por lo menos lo intente, con la excusa temblorosa que me asfixiaba en mis almohadas, logré quedarme.
No había sido un sueño. Me dolían las rodillas, pero solo había caminado cerca de mi casa en círculos una y otra vez, con un brazo alrededor del cuello y una sonrisa en el rostro. Había comprado un vestido la noche anterior sin sentir remordimientos ni tristezas prematuras, había sido un sábado once de diciembre, el día en que quizás todo cambió para siempre. ¡No, que no ha sido un sueño! Y aún me tiembla el corazón como si fuera gelatina de fresa y sin sabor bueno, cuando recuerdo todo lo que pasó, lo que pasará después, lo que pasará hoy.
Soy muy feliz.
Y a tu lado, estoy hecha pura euforia.
"Because you are my medicine, when you are close to me"
No hay comentarios:
Publicar un comentario