martes, 7 de diciembre de 2010

Malquerencia

Allá voy, allá ando, seguiré andando
el ser detestado, insuficiente, violinístico
humano de terminaciones femeninas
con el pecho cortado por la hombrera

Soy quizás, muy por seguro, el ser amorfo
de una superficie oxigenada, la que goza
de heridas abiertas, como burdel de puerto
de una asfixia nauseabunda en lágrimas
que aparentan ser de un nulo significado

Aquí estoy yo, la que nació de carreras inconclusas
la hija de un Dios que me pensó y formó
el feto que nació a la incompresión, aquel recuerdo
del penoso y valiente libro de Job
¿Respiro o agonizo? ¿Seré carroña estando viva?
Odiaré entonces de por vida, como si jamás
me hubieran enseñado dogma agradable
agradeceré entonces, a mis padres por el tiempo
por su conducta que jamás será ideal
¿Y quien soy yo para juzgar?
¿No soy yo acaso, otro embrión tierno y especial?


Allá van, las teorías, los cristianos, los alpinchistas
que me río, como malabarista,
en mi tranquilidad falaz, en mi intento por coexistir

Allá voy, aquí estoy
sin amar, sin odiar, un fiambre malgastado
otra abominación ¡Murria!
Allá voy, la que brotó de lo incompleto
¡De lo triste!
¡De lo obsoleto!

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