Desde: Clase de cómputo (La última)
Todos se habían puesto de acuerdo para hacer que los salones se vean fantasmales hoy día y todo ha sido un plan fallido. Al parecer todavía tememos a lo que nuestros padres nos puedan decir si simplemente nos rehusamos a venir al colegio sin razón aparente. ¿Fingir un dolor de cabeza? No todos son buenos actores.
Miércoles feriado y un jueves fugaz, saldremos temprano y quizás, sea la oportunidad perfecta para revivir un tiempo que está por irse. Nos convertimos en los mayores del colegio y no, créamne que no es algo creíble. Por lo menos yo estoy segura que seguimos siendo niños que han comenzado secundaria, no solo por nuestra estatura (a excepción de unos tres que casi miden dos metros) o por nuestro comportamiento que pasa de pegar masas de papel húmedo en los techos hasta leer a Marx cuando es conveniente (en algunos casos, acá todavía hay algunos que se quedan con el periódico de cincuenta céntimos por las calatas del final).
El año se ha pasado muy rápido, estoy quizás, tan entretenida en mis placeres fuera de la computadora que no he tenido tiempo de escribir. Ya extrañaba mucho ese sonido de las teclas y la tinta congelada e inexistente de la pantalla. (Nota: Ahora debería de estar atendiendo a las exposiciones de mis compañeros pero las letras me llaman). Ha pasado mucho en éstos dos últimos meses, últimamente extraño a Sarah de manera entrañable, mi querida amiga Zeta Ere Hache, la irónica ¿Volveremos a charlar durante el almuerzo, quejarnos, bromear, hablar de las temporadas de Dr. House y contarnos lo más importante del año? No lo sé, amiga mía, pero sé dentro de mi que el año si ha sido importante.
En fin. Cuando acabemos éste año, será el final de un final y eso resulta al mismo tiempo, un comienzo. Seremos los grandecitos de secundaria, los viejos, los que tienen experiencia y tendrán que masacrarse para ingresar a la universidad en algo que de verdad deseen hacer.
¡Saquen esas ropas de baño, que ya llega el verano!
Y si de verdad te interesa lo que pasará después, te veré leyendo un cuaderno debajo del sol playero.
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