domingo, 7 de noviembre de 2010

Des Crachats

Todos llegamos a un momento en donde pedimos perdón y exigimos disculpas. Es el borde, definitivamente, la frontera, porque las personas como tu y yo, difícilmente accedemos a éstas cosas. Somos muy orgullosos ¿No lo crees? Muy egoístas, nos creemos superiores, incluso entre nosotros, competimos sin darnos cuenta, nos damos puñaladas silenciosas, porque buscamos nuestra propia felicidad. ¿No es eso, algo malo? ¿No es una razón para que dejemos de estar juntos?
Perdóname, porque nunca fui más que aquella sombra púber de tus contactos colorinches. No alcancé a brillar ni siquiera como la sangre seca que se quedó pegada en tu oscuro pasado. No nos hagamos los tontos, tú crees que no lo sé, que no escucho, que no siento, que no existo, salvo para escuchar y soportar tus problemáticas. ¿Se supone que así funcionan las cosas? Yo aguanto, tu vives feliz. De verdad, nunca lo pensé de una manera más realista que ésta. Perdóname porque siempre voy a ser la pequeña, la menor del grupo, quizás la intrusa. Otra Merlina Adams que nunca debió cruzarse en tu camino ni en el de nadie que tiene tus características tan crueles. Perdón porque no tengo una figura agradable, porque no soy apetecible ni me asemejo a las fantasías carnales de ningún ser humano en éste planeta. Perdón porque tengo miopía y sin gafas soy tan ciega como un topo, no te puedo observar, ni intentar buscar tus manos a la mitad de un tumulto.
Pero yo sí te exijo unas disculpas. Quiero que te disculpes, por tu insensibilidad tan espantosa y enfermiza. Porque primeramente, me creíste una infante, me subestimaste, allá, al fondo de todos tus halagos. Me querías hacer creer que puedo ser como las demás y lucirme, que puedo ser mariposa cuando seré una oruga verde toda la vida. ¡Así me subestimas! Me crees una crédula, una tonta, una niña.
Quiero que te disculpes por fingir que significo algo. De verdad, de verdad, de verdad ¿Creíste que iba a ser tan sencillo? Llegar, desaparecer, reaparecer. Son tres cosas sencillas, tres cosas que me hubieran asesinado, si no hubiera sido porque no te amo y nunca te amaré. Espero que lo entiendas, que lo asimiles, yo no puedo amar a lo dañino, a lo que algún día me dejará. ¿Y por qué me dejarás? Porque así está escrito todo. ´
Tú no naciste para estar a mi lado.
Dentro de un corto tiempo, de un intervalo feliz, cuando los dos sonriamos y cantemos sin nada en qué preocuparnos, sin darnos cuenta... vamos a olvidar todo.
Y entonces será cuando no recuerdes mi apellido.
Entonces verás que tengo razón cuando digo: Tú no naciste para estar a mi lado

No hay comentarios: