lunes, 1 de junio de 2009

Rostros

El problema fue que... el profesor E me hizo recordar mucho a ti. Por eso estuve tan callada durante la clase, con ganas de caerme al piso y ver como se preocupaba por mi, como tenía aquella preocupación que tu siempre has tenido mas yo nunca tomo en cuenta.
No... el profesor E no merecía que estuviese así de ausente.
Siempre solemos bromear... hablar de ti... ¿Y ahora qué? Nada, una mísera sonrisa falsa y que repitamos la escala de sol en fusas de nuevo porque no practiqué en casa.
El profesor E tiene la vida perfecta, es el hombre perfecto (se que el no me diría que eso es cierto) y siempre lo consideraré así. Una esposa inteligente, un hijo prodigio para tener dos años, un trabajo que le agrada y un arte en las manos totalmente increíble.
Una modesta casa en Pueblo Libre... zona tranquila llena de gatos.
Yo siempre me preguntaba ¿De qué se podría quejar aquel hombre?
Se parece tanto a ti... solo se casi te dobla la edad.
Los dos siempre me han parecido demasiado perfectos.
Los dos son simplemente adorables.
¡Ja! Son imposibles de odiar.
Son lo máximo.
A uno lo veo todos los Lunes, el otro me tiene pendiendo de un hilo cuando no está, y a pesar de eso, los quiero a los dos por igual.

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