martes, 23 de junio de 2009

Apagón Parisino

A ella nunca le gustó la oscuridad. Cuando él le susurraba que no tuviera miedo, que estaría ahí por siempre y jamás la soltaría para que no se perdiese, ella dudaba. Pero al fin y al cabo, siempre podía estrechar su mano para sentirse segura.
Solo era cosa de costumbre. Poco a poco lo lograría.
Le daba pánico no ver a nadie, no verle los ojos, ni su perfecta nariz ni su varonil y alentadora sonrisa, ni tampoco su tan deseada boca, que siempre buscaba en la penumbra.
Pero él.
Jaja... él era un experto en la oscuridad. Sus manos la rodeaban con ternura. Cruzaban puentes y sendas prohibidas que solo la hacían caer en un profundo trance donde lo único que veía era oscuridad.
Pero lo que sentía era psicodélico, de colores, de euforia. Porque así era él.
Siempre la llevaba a todos los lugares del mundo con tan solo una sonrisa, un "No te preocupes, yo estoy aquí" Y todas aquellas frases que la ayudaban a sobrellevar aquella vida, en aquel tiempo casi apocalíptico donde el mundo se encontraba.
Se sentía aún mejor cuando le decía poemas al oído, algunos escritos por el mismo, otros de Neruda y demás mentes brillantes.
"Me gustas cuanto callas..."
Y todo lo demás era bello, apasionante y perfecto en aquel lugar donde se veían todos los días, todas las noches desde que habían decidido convivir por la eternidad, hasta que la muerte los separe.
La oscuridad le daba miedo, la hacía dudar.
Pero él siempre iba a estar ahí, como un lúcido ángel de labios dulces y poesía que seducía al instante, porque su naturaleza tan celestial se lo indicaba.
Un ser perfecto, con ella.
Lo amaba.
Hasta en la oscuridad.

1 comentario:

Alexandra! dijo...

o.o
wOw...
Barbara de donde saks
la inspiracion??
[i es ke todo es TAN real!]
xDD
esta super de verdad
escribes divinO!
^^
TKM!