jueves, 11 de junio de 2009

Felicia

No lo podía soportar. Se estaba muriendo de furia y de celos incontrolables. Todos sus amigos se lo habían dicho.
Los celos iban a volverlo loco. Loco hasta la muerte.
Era como la canción Roxanne de The Police.
Miraba a Felicia todos los días, sabiendo lo que aquella muchacha era y sin embargo no le importaba. Debajo de aquella piel que provocaba a pecar había un alma verdaderamente buena... habitaba una Felicia que siempre quiso descubrir y sacar al aire.
Pero esta noche ya no podía soportarlo.
Caminaba en círculos en su habitación, pensando en Felicia una y otra vez. ¿Qué estaría haciendo en esos momentos? El algún lado de la ciudad, fumando un cigarrillo debajo de un poste a la mitad de la noche, decidida a buscar un lugar donde meterse a disfrutar de una fiesta que en realidad jamás la haría feliz.
Aquellos vestidos no lograban cubrirle ni los muslos, su maquillaje de mariposa y la tentación misma dentro de ella eran solo... cosas.
La había visto llorar, renegando mientras sollozaba y diciendo "Mierda... tengo una vida de mierda".
Felicia vivía la vida en un caos y un desorden total, solo porque no había nadie que le dijera lo que estaba haciendo, por eso consideraba su vida una mierda, por eso se había convertido en lo que era.
Y esa fue una noche parecida a la anterior. En la que él se preocupaba por ella... y ahí, en su habitación, pensaba amargamente en porqué no podía hacer nada para evitar que el destino de Felicia cambiara.

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