Estaba sentada con el violín en la mano, parecía un aparente concierto en una fiesta, estábamos muchos los del conjunto del Señor del Mal, estaba todo algo oscuro, yo vestía de luto.
A mi lado pude reconocer a una anciana que se me hizo muy familiar, a Laurence y ni rastro de mis padres.
Fue entonces que mi violín desapareció y aparecí bailando tango por segunda vez en mi mundo de los sueños con una facilidad que quizás jamás alcance en vida real. Era un hombre el que me guiaba, sentía que lo conocía, estaba de negro como yo, no tenía rostro, no podía verlo bien, estaba tibio, me manejaba con facilidad.
Se acabó el baile, mi violín no volvió a aparecer y mientras unos payasos verdes y vistosos hacían un show en la pista, sentí que era jalada por uno de ellos y yo danzaba con los payasos, feliz, me reía, me reía mucho.
Cuando la fiesta terminó Laurence vino con su camisa a rayas mientras yo cerraba un estuche vacío. "Gracias a todos" y algo más, escuché decía. Me abrazó, cogió su estuche y se fue por una calle oscura, tan negra y que me parecía tan hostil que no me atreví a seguirle, aunque sabía que por ahí estaba mi próximo destino.
Los payasos salieron ya sin maquillaje. Pronto me vinieron a recoger mis papás en el auto. Nos hundimos en la oscuridad.
Desperté con las uñas negras,como si hubiera escarbado en la tierra.
Maldije mis sueñosy me reí por lo irónico de mi situación.Me reí mucho.
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