Afuera apenas podía ver algo, todo estaba cubierto de niebla.
Me puse el abrigo negro que tanto nos gusta.
Había una biblioteca cerca de la cafetería, el ambiente olía a pastelitos, chocolate y café. Pegué mis manos al helado vidrio y por un momento imaginé que sería grandioso entrar y llevarme todos los libros que quisiera.
Fui a tomar un té, me senté en una mesa que tenía una vela al centro.
Aunque mamá y papá estaban ahí yo me sentía sola, solo quería que aparecieses al otro lado, tomando un café, que te quemaras la boca porque estaba muy caliente y que nos riéramos un rato.
¿No sería agradable?
Entré al auditorio, mi asiento, J-15.
Comenzó la obra y vi a una pareja sentada a unos asientos de mí, en la fila de abajo. Miré a mi costado, la butaca estaba vacía.
Sonreí.
Imaginé por unos segundos que estabas ahí, enrosqué mi mano en el brazo de la butaca, pensando que tu mano estaría debajo de la mía.
Tratando de creerme lo que estaba imaginando, vi Amores de un siglo en paz, y por la noche, ya pude dormir tranquila.
No hay comentarios:
Publicar un comentario