jueves, 8 de diciembre de 2011

Segunda Persona

Alguien dijo un día que me amaba y no dudé en creerle. ¿Debí de hacerlo? Ya no tiene la mínima importancia. Podría contarte la historia mil veces y te seguirías preguntando cómo fue, porqué fue y qué excelente que se hayan terminado esos días anómalos de cursilerías, silencios, besos oscuros y poesía trivial. ¿Pero para qué? Quisiera saber si hay alguna diferencia en verme en mi soledad o compartiendo zumbidos con otra persona, verme reír o verme llorar, qué caso tiene ahora, si yo supongo que siempre será lo mismo. Observar de lejos ¿Te suena, se te hace familiar? 
No debería de conmoverme verte llorar, si alguna vez llego a hacerlo, no debería de dolerme en el alma la idea de verte partir para siempre, cuando en realidad nunca estuviste aquí del todo... o quizás nunca nos vimos con claridad. 
Yo que podría pasar toda la vida a tu lado, me golpeo con el muro de la realidad de vez en cuando. Aún no ha llegado el momento del choque final, solo me estoy preparando, así que no te asustes si me pongo a llorar, si me río un día y maldigo al siguiente, yo solamente estoy practicando para el momento en que me destruyas por completo diciendo "Perdón, me confundí, no quise decirlo". No me sorprendería. A nadie le sorprendería.
No es la primera vez que siento los sinsabores de conocerte y admirarte de esta manera. Escribo tan libre porque sé que nunca lees, me consideras alguien tan normal que suele doler, una mezcla de abandono y orgullo quebrado. Yo no sé, nunca hablaremos de esto, ni siquiera sé si nos veamos de nuevo. 
Porque cuando dijiste que debíamos de estar juntos, quizás tenías sueño y eso era todo. 
Tonta de mi, porque han pasado tantos años y sigo creyendo que dices la verdad todo el tiempo, que silbas mientras lavas los platos y eres el cuadro perfecto. Mentira, mentira, todos estamos llenos de imperfecciones. Ah, pero si fueras más gentil con mis emociones, prometo que viviría al lado de tus errores por toda una eternidad. ¿Comprendes eso, alguna vez llegaste a entenderlo?
Nada, no somos nada, jamás lo hemos sido. Te amaría si me lo permitieses, te odiaría si me lo pidieses. ¿Hablaremos algún día de esto, o siempre serás mi sueño privado, mi platónico de cajón con llave y mi amigo lejano de sueños nocturnos? 
Tú y yo.
Jamás ha habido una unión más incompleta. 





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