lunes, 12 de diciembre de 2011

Morir



Podría alimentar a mil polillas con la pena de mi espíritu
y nadie se aburriría de observar 
cómo mordisquean los dulces bordes de la cicatriz 
el verano pasado, el invierno esperado
y las llamadas subterráneas, lo que nadie escucha

Podría amamantar a los desiertos con mi humedad 
que le pertenece a todo, a todos mis rincones 
y nadie se aburriría de observar
cómo me absorben la vida que no me sobra
las noches frías, los días soleados 
y las lágrimas heladas, lo que siempre he guardado


No hay comentarios: