Ni tu tacto gentil y nocturno debajo de sábanas frías
ni mucho menos tu mordida licántropa y repentina
no hay tibieza en tu verbo adornado

Ni tu mirada sonrojada en las horas sudorosas
ni mucho menos el botón desabrochado de tu frenesí
no hay suspiro cansado, tampoco un gemido
viene la luna y tú, tan dormido
Ni tu ebriedad constante en el reloj frívolo
ni mucho menos tus pies jueguetones de invierno
no hay verdades en tu deseo de estación
viene la luna, y tú sin pasión
No hay comentarios:
Publicar un comentario