jueves, 23 de junio de 2011

Lo Etílico & Feliz

Fueron en los momentos de caída espiritual en donde me encontré con una invitación colorinche que me invitaba a hundirme en una noche de elixir, felicidad, saltos, luces, humo, cosas divertidas. Una vez un amigo, no sé si sabio o loco me dijo "Tienes 16, pórtate como tal". Lo dijo algo irritado, cansado de mi insistencia, hace años, cuando yo decía que 'jamás iba a caer en esas cosas malas para gente salvaje'.
Me volví una más de la tribu con el pasar del tiempo. 
A pesar de todo, no me considero una adicta, tampoco alguien enfermo en el sentido que no sabe controlar el consumo del alcohol. De alguna manera, me desespera que la gente censure por completo el hecho que se beba en las fiestas, mi papá lo toma como algo pasajero y normal, en su tiempo también lo había y bueno, qué se puede hacer, pero si alguna vez salgo gateando de una fiesta cuando me vaya a recoger, es probable que me bañe en agua helada y me prohíba ver la luz del sol. 
Consumir alcohol hasta perder la consciencia es cosa de gente muy peculiar, suele pasar, a todos nos ha pasado, pero la diferencia es que yo estaba con mi papá. Perder la memoria se puede volver peligroso, pero me parece increíble pensar que, después de tantos años de sueños, he vivido lo que es una fiesta de verdad en donde nos olvidamos de apariencias, de gordos, de flacos, todo es simplemente reír y ser feliz, muy feliz, por lo menos durante unas horas. Lo digo con una melancolía así porque hace años, las fiestas en mi realidad dependían qué tan bonita te veías, quizás solo así te podían sacar a bailar. 
Se acabó.
Las fiestas de ahora, mis queridas, anheladas 'reuniones' son solo noches enteras llenas de buena música en donde se habla, se ríe mucho y sobretodo, se toma. ¿La medida en cómo lo haces? Eso ya queda en tu propia decisión, yo a la una y media ya estoy de regreso a mi camita como una niña muy buena, já, pero de verdad que no me arrepiento de ninguna reunión. Es más, me atrevo a decir que las extraño.
Hubo un buen tiempo en donde estas reuniones abundaban. Yo terminaba en el sofá más cercano, hablando de Hitler con mis amigos, riendo y hablando mis malas palabras como si no hubiera un mañana, con el vaso en la otra mano. El Cubalibre es, sobre todas las demás bebidas, en incluso superando al vodka de cuatro soles, la bebida de mi juventud, el jarabe para la tristeza. 
Más de una vez me paré frente al espejo, me pinté un poquito los labios (porque odio el maquillaje) y me dije "Esta noche desaparecieron las penas".
Y pues, con esa clase de 'terapias' se me fueron muchos problemas, me ayudó a hablarme más con personas que antes sinceramente ignoraba. Las reuniones han hecho que estos años de adolescencia tengan un sentido distinto, mucho más colorido ¿Libre? Quizás. 
Yo sigo obedeciendo las reglas de mi casa sobre la bebida y lo demás. Jamás perder el conocimiento, jamás hacer el ridículo. Las únicas veces en donde me descontrolo son en los cumpleaños de mi padre, en donde ambos, cogidos del brazo, cantamos a todo pulmón las canciones que marcaron nuestra vida y reímos felices, como si nadie jamás nos hubiera hecho daño. 



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdad, las reus se extrañan mucho. Una vez llegada la etapa universitaria estas ya no son con tu promo, pero sí con esas nuevas personas y es lo más divertido. Fue en mi segunda reu de universidad donde el alcohol se me subió un poquito a la cabeza. Terminé cantando a todo pulmón Twist&Shout con un pata que conocí ese mismo día y luego llorando porque pensamos que nunca llegaríamos a ver en vivo a algún Beatle...Mi papá sólo se rió de mí ése día, justo ese mismo día había comprado un carro y no había nada que le malogre la noche...por suerte.
Disfruta todas las reus de este año! :)

Jahel A.

Gino dijo...

Alcohol... sacro alcohol, capaz de hacernos olvidar las penas y decepciones de la vida.