Y tenía el rostro severo mientras me observaba hablar. Y yo pensaba, cuánto le amo y cuánto daño le voy a hacer, que qué extraño será verla llorar, porque no falta mucho, no falta mucho para ese final. Y parece que el monstruo que habitaba en mi hablaba y cada palabra era una cuchillada, yo la veía sangrar en mi delante, se cogía de las manos, estaba tan firme, con la frente en alto, los ojos humedecidos, haciéndose la valiente, tragándose los malos pensamientos, como la heroína que quizás sí logró ser, al final, cuando le di la estocada final.
Tenía los ojos negros brillando detrás de las gafas, las uñas descuidadas casi moradas, los labios sin pintar. Todo fue ficción, pequeña, todo fue una historia, como esas que escribías, es hora de hablar, hora más bien, de que me escuches porque ya no puedo más. Y hablaré hasta que envejezcamos y cuando por fin llegue el momento de morir, me voy a callar, para que no sufra, para que no llore tanto, porque así voy a encubrir esta hazaña que no tiene nada de heroico y sin embargo, me causa un sucio orgullo.
Soy muy hombre, porque le digo la verdad y le ahorro el sufrimiento de la mentira. Soy muy hombre, porque prometí con todo lo que me quedaba y ahora rompo las promesas, así, como los machos, como los valientes, como los adultos, destruyo los juguetes de los niños para que crezcan.
No puedo decir que lo siento, porque no lo hago. Sería mentirle una ves más, pero lo haré, le pido perdón, qué importa ya, si esta es la última vez que la voy a ver. Ella lo dice, con la mirada, con su boca, con sus mejillas pálidas que poco a poco se poblan de lágrimas, y me dice porqué, me pregunta una razón y no sé que contestarle. ¿Decirle la verdad? Me agarro de mi valor de hombre y ya está, no le amo, se acabó y ya no tienes porqué amarme tampoco, no queda nada de qué hablar ahora, no quiero quitarte tu tiempo, lo siento mucho, jamás existimos, olvídate de esta tarde y todo estará bien.
Y soy muy hombre, porque yo no puedo ponerme en su lugar, estaré protegido quizás de sentir un dolor parecido, pero soy muy consciente que le he hecho un gran daño. Pero no hay nada que pueda hacer.
Salgo de su casa como el héroe de la historia, hace viento, se termina el verano y no queda nada.
A la mañana siguiente voy a despertar más tranquilo de lo usual, ya no tengo porqué sentirme culpable, no le estoy mintiendo más.
Dejarla morir y ansiar locamente que me olvide.
Y soy muy hombre, porque me aferro a la esperanza que no me odie y que algún día, vuelva a amar, aunque yo le haya demostrado que el amor no es más que una mentira.
1 comentario:
Jodidamente acojonante. Hace que me sienta como una mierda solo por ser hombre... Que suerte que no soy así.
¡Felicitaciones! ¡Tienes un gran talento y espero que seas capaz de sacarlo adelante!
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