domingo, 5 de junio de 2011

Después De La Tormenta

Terminado el periodo en el cual todos se sacaban los ojos en mi país, yo creo que todos podemos ser amigos de nuevo. Por más que la gente de mi edad no vote y sea, de alguna manera, insignificante para el gobierno (a meno que se necesite hablar sobre el futuro, oh futuro, de mi país), han habido amigos míos que han cortado relaciones sociales e incluso se han dado el lujo de eliminar a mucha gente de sus vidas por culpa de las elecciones presidenciales. La famosa segunda vuelta se ha terminado por fin, ya no más propagandas, aunque demore un tiempo quitarla de la ciudad, no más gente peleándose en cada kiosko de las esquinas. Es probable que todo regrese a la normalidad (si es que alguna vez existió una normalidad), los amigos se saludarán de nuevo, la gente volverá a pararse frente a los kioskos para ver calatas y nostros, en el colegio, dejaremos de discutir en cada clase.

Ollanta Humala será presidente, técnicamente ya es, el presidente de mi país y no tengo nada en contra de esto. Me sorprende que las predicciones (aunque no sean confiables) del vidente Dos Santos se hayan equivocado tanto. Keiko Fujimori se quedó muy lejos del sillón presidencial e imagino el sabor amargo como café sin azúcar que estarán pasando todos sus seguidores. ¿Saben qué? Esta semana me he ganado unos diez soles porque aposté a que Humala ganaría, estaba segura de eso.

Como dijo una vez un hombre inteligente, la voz del pueblo es la voz de Dios.
Es curioso porque toda la gente que involucró a Dios en el asunto del futuro de nuestro país y en realidad confiaba tercamente en un candidato, debe de estar mordiéndose la lengua, intentando no decir "Dios, éste no era el plan, pues".
Han sido las semanas más conflictivas del año. Ésta última semana, sí que ha sido totalmente deastrosa, han habido toda clase de pecados, de amarguras, tristezas y peleas fugaces pero profundas. Me siento ahora en el piso de mi cuarto a escribir, esucho a mi papá dictar a una señorita que tipea sus trabajos y en fin, es un domingo muy tranquilo, me alegra que nadie esté triste (a excepción de los Fujimoristas). Mañana no hay clases en mi colegio. Será raro ver a todos después de estos cuatro días de ausencia. Tengo una poesía y un resúmen de física esperándome.
Es extraño escribir estando tan calmada, tan cansada, quizás.
Me voy a tomar una Coca Cola helada.
Tengo un nuevo presidente.

1 comentario:

El fujimorista que se sienta detras tuyo dijo...

Creo que son justamente las palabras que necesitaba escuchar, en este caso leer. Es cierto que las elecciones presidenciales acabaron, esta tormenta que tenia al país tan dividido y en conflicto ha acabado, y bueno para mi con un final no tan feliz. Pero así es la democracia, y es lo que los peruanos han decido y se debe mostrar aceptación y respeto a ello. Las habladurías de cualquier persona como ese tal profeta demuestran que solo Dios es el que sabe lo que va a suceder. Dios sea guiando a nuestro nuevo presidente, y esperemos que lleve a nuestro país al progreso y a un mejor futuro.