Es curioso. Cuando cumplí mis dos pequeños años, mi papá me colocó su medalla del Colegio de Abogados en mi cuello y fue entonces que me marcó con un sello que creí por un buen tiempo que era solo una maldición. Pero no, supongo que no es así y que todo fue consecuencia de mi imaginación retorcida y quizás, esa antigua rebeldía que no ha cesado del todo pero ahora es mucho más racional.
Este año me retiro del colegio y en las últimas semanas no dejo de pensar en que es una espléndida noticia. Me siento mala, por no utilizar el adjetivo 'basura' porque no me da pena el hecho de abandonar los salones y demás. Y en fin, es probable que esto me afecte en los últimos meses y me vean llorando como una Magdalena, pero has ese momento, estoy muy tranquila, muy feliz, lidiando con mis fantasías sobre el futuro.
¿Y mi futuro es? De pequeña quería ser abogada, no sé si fue porque admiraba (admiro) ciegamente el trabajo de mi padre o porque siempre amé defender a las personas. Después fue que me agarró (y me sigue agarrando erótica y pervertidamente) la onda bohemia y pensé que podría dedicarme a la Literatura el resto de mi vida, hasta que llegué a la conclusión que era imposible, porque soy una desgracia en gramática y la lingüística se lleva de la mano con la apasionante Literatura. Después me puse humanista y decidí estudiar psicología, hasta que analizando la situación, me di cuenta que aunque yo podría hacerlo, no es lo que estaba buscando.
Fue así como di millones de vueltas y llegué a mi cuadrado de "GO", como en los tableros de Monopolio. Y aquí me encuentro, segura que voy a estudiar derecho, que voy a ser abogada y pues, haré de todo para ser de las mejores. Será raro para algunos, pero estoy segura de mi decisión y pues, no falta mucho para dejar el colegio y ahí es donde comenzará la larga carrera hacia ese futuro que tanto saboreo y tanto temo. La vida universitaria me dicen que es como otro mundo y es como tener otra vida. Perfecto, porque eso es lo que he buscado y busco por mucho tiempo.
Tengo una nueva serie favorita llamada 'Boston Legal'. La conocí en el Día del Padre y ahora no puedo dejar de verla ilegalmente por Internet, pero ya me compraré las cinco temporadas, por acá no más, a unas monedas.
Dejo claro que estudiar derecho no me va a arrancar jamás las cosas que me distinguen, como escribir poesías, estar algo demente, tocar el violín ¿Cantar blues en la ducha? Son esas pequeñas cosas las cuales me levantan el autoestima. En un examen psicológico me salió que soy algo narcisista (mentira, dice que soy MUY narcisista ¿Ustedes creen? ._. ) y pues poco a poco comienzo a entender el porqué.
Pero esa es otra historia.
No puedo dejar de sonreír cuando me imagino en los tribunales.
Algo grande me espera allá afuera, yo lo sé.
Y nada ni NADIE va a evitar que mis sueños se cumplan.
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