jueves, 9 de junio de 2011

Passive / En Crudo

La razones por las que a veces me porto como la mujer más tonta del mundo, van desde que guardo sus cartas cibernéticas en una carpeta que jamás abriré de nuevo, hasta que tengo un chocolate envuelto en platino oculto detrás de un libro de Isabel Allende en mi habitación, un chocolate que era parte de esa caja violeta que mi mamá destrozó tres días después del Pequeño Apocalipsis Emocional en el que me encontré (si mal no recuerdo) los últimos días de Febrero. Otra razón es porque todavía está aquí, no de la manera ridícula y absurda que sospechan, ah no, me refiero a que me acuerdo muchas veces de una serie de memorias y todo da vueltas, se siente terrible a veces, pero he aprendido a controlarlo con el paso de los días, ahora que me doy cuenta, de los meses.
Otra razón es porque para postular para un personaje en el teatro del colegio, traje a mi mente todas las escenas  buenas de nuestro pasado. ¿Creen que funcionó? No, claro que no, intenté hablar con todo el dolor del mundo y no funcionó, yo sospecho que es, porque a él le debo mi insensibilidad actual. No tanto como todo en general, si no con las personas, siento a veces que no confío en nadie, pero sé que no es cierto. Hay muchas personas buenas a mi alrededor, es solo que a veces me oculto demasiado en mis libros, en mis cuadernos, me aíslo porque si no me hablan tampoco tengo ganas y en fin, me la paso como una clase de hongo nómada todo el tiempo.
No se lo debo a él. Eso sería darle demasiado crédito.
Lo que sí debo de admitir, es la gran cantidad de poemas, cuentos, frases y acciones locas (quizás desesperadas) que ocurrieron después de ese fatídico, pero muy útil día en que todo terminó. Me sorprende a veces cómo me lo tomo ahora. No le detesto, no le deseo que un camión le pase por encima, no, nada de eso, ya no tengo seis años para estar imaginando a la gente incendiándose ni nada por el estilo. Eso es por un lado, hay muchas cosas, muchos aspectos en que cambié gracias a él, pero no, como ya dije, eso sería darle demasiado crédito, ya se terminó su protagonismo en este blog y en mi vida en general, es ahora una palabra clave, algo divertido que contaré a mis hijos/nietos/bisnietos en el futuro.
Honestamente no sé qué clase de fuerza ridícula me ha hecho escribir esta entrada, es probable que me arrepienta con el tiempo, así como es probable que se quede aquí por el resto de la eternidad, o hasta que me eliminen el blog porque  emano demasiada... ¿Demencia? No, digamos que solo revelo secretos todo el tiempo. 
Ridículamente, yo le prometí que iba a ser feliz, aunque sé que no le importó o por lo menos fingió una hiriente indiferente para hacerme enfrentar más rápido la situación. Agradezco su frialdad, por fin lo comprendo, todo de golpe es mejor, lo asimilas de una vez y adiós, el tiempo pasa.
Es solo que a veces, mi alma de mujer tonta florece, y se me olvida, que todo fue por mi bien. 

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