"No hay nombre común ni usado para la que llamamos demencia. Una dama
espléndida, de esas que los caballeros anhelan para ir a una habitación
adornada, a un alejado de la ciudad, un bonito espacio y el calor dentro de un
auto elegante. Dejémosle a los hombres disfrutar de la demencia.
Pero claro, nunca la llevarían a la ópera porque ella no puede callarse ni
apreciar. Todo es ruido, velocidad, revolcones y cigarros de mala calidad. Esa
señorita siempre huele a perfume con Hamilton, ve a saber tú porqué...
No tiene teléfono, no tiene un lugar fijo. Es casi como una puta capaz de
dar servicio delivery. Pero los caballeros la aman, pese a todo. Y no debe de
sorprender a nadie si las damas la detestan.
Es como la hermosa antipática que todas miran mal en una reunión, la del
vestido traído directamente del extranjero, la del prometido envidiable y el
amante ardiente.
Ni modo, la demencia está presente, es amigable, es aborrecible.
Pero necesaria para el sabro dulzón, picante y lascivo de nuestras
vidas"Req.
martes, 15 de junio de 2010
La Preferida / Necesaria
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