Nunca existió una dulzura verdadera en esas palabras. Él no conoce lo que es esa sensación tibia de un abrazo dado con sentimiento verdadero, no conoce lo son las lágrimas de felicidad. Pero le gustan las de placer, las de caprichos consentidos y deseos frenéticos que son saciados con el tiempo... o con un solo arrebato.
Lo que quiere, lo consigue. No le importa la verdad, quienes están en su camino, lo que desea, termina siendo suyo, de una u otra manera. No conoce la palabra "No" y los "Quizás" lo hacen sentir colérico, frustrado. Ha hecho daño a muchas personas y sin embargo, insiste en que todo, la misma gente se lo busca y él, es solo un complemento de una pesadilla. Se hace llamar el perfecto incompleto, el príncipe bello pero sin sesos, sin emociones, nada de amar, ni de sufrir. Solo conoce las afirmativas y le encanta, casi como actividad favorita, obligar a las personas para que hagan lo que el quiere.
Su voz suena dulce, casi siempre calmada, aparenta una delicadeza que es inexistente, huele siempre bien. Muy cuidadoso de su aspecto, detesta observarse mal, está diseñado para seducir a sus presas, como un animal, como una planta carnívora que está llena de colores y que termina devorando y cortando todo lo que lo toca.
Es un ser, es un hombre, sin sentimientos. Cuando viene me hace temblar, me asusta, me aterra y sin embargo, como todo buen predador, me captura entre esas telas tan bonitas que suele crear. Pone sus manos sobre mi vientre sin ninguna clase de cariño y susurrando palabras sin sentido en la oreja espera a que caiga, a que acepte, a que la hipnosis haga efecto y yo me rinda de nuevo, me sumerge en placeres vanos que es como su elixir. Y si me niego, se enoja y coge de las muñecas con fuerza, hasta el límite que duele, empuja, arroja, zarandea como si no fueras nada y luego, a la mitad del silencio insiste en sus propósitos, te habla con un cariño que no existe y en pleno llanto caes de nuevo. Caigo de nuevo.
Lo que quiere, lo consigue. Y no le importa dañar muñecas, no le importa que sientas lo frío del muro ni la presión de su cuerpo sobre el tuyo. No le importa que grites, que le ruegues que pare, que digas una y otra vez que no lo amas, que no te atrae, que no quieres absolutamente nada. Porque en su juego mental, su juego sexual, él sabe que si lo quieres, que si lo quiero, que lo deseamos, que es una delicia tener su olor por todos lados, que se quede impregnado y de nuevo...
El príncipe bello sin sesos, el predador, el perfecto incompleto que entre deseo y deseo nunca logra encontrar lo que lo hace tan infeliz, tan frío, tan maquiavélico, violento y un monstruo de hermosa apariencia.
Le gustan los caprichos
consentidosY le encanta beber con lujuria, el
rastro de lágrimasque sus pecados dejan atrás
2 comentarios:
De a pocos vuelves a ser tú, o al menos a escribir como antes.
C.
De alguna manera, yo también siento que vuelvo a ser yo.
Por primera vez una letra me causa tanta intriga.
R.
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