Uno se conforma.
Uno se acostumbra a esos temblores tan extraños.
Que ya no escribes bien.
Te tiemblan los dedos.
La garganta, el corazón, las extremidades, el sentimiento.
No puedes ni abrir la boca, porque solo sabes reír.
Balbucear.
Que ya no escribes bien.
No cantas porque no hay canción que pase por tu mente.
Uno se conforma.
Uno aprende a trazar los límites, a comer la misma marca de chocolate, a llamar al mismo teléfono y reír de la misma manera.
Uno se da cuenta que le tiemblan los dedos.
Que todo es maravilloso.
Que ya no hay incompletos ni carencias.
Ni tampoco esas ganas de buscar distracciones.
Todo es perfecto.Y el frío, nunca
fue más bueno que ahora.
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