Nos levantamos una vez más, sintiendo el característico olor de una noche de verano llena de sueños extraños o de pesadillas o de absolutamente nada. El cabello enmarañado y probablemente infectado de aquel olor que no es ni agradable ni desagradable, ni fétido ni perfumado. Es olor a ser humano, a nosotros mismos, a vacío y a soledad... por no creo que alguno de nosotros se despierte en la misma cama con alguien.
Aunque muchos así lo deseen.
Aunque muchos así lo deseen.
Hoy día no tenemos que ir al colegio. Hoy día tenemos que quedarnos en casa, a escuchar la música de todos los días, mirar televisión y hacer las tareas infernales que seguimos creyendo que son completamente inútiles.
Ella quiere ser astronauta, la poesía le importa un comino.
Él quiere ser literato, la matemática le llega a la punta del miembro.
Aquellas cosas, entre otras trivialidades. Y los que odian todos los cursos... ya tendrán algo mejor que hacer. Como por ejemplo, trabajar.
Tomamos desayuno arrastrando los pies, rascándonos la cabeza, bostezando y mirando el sol salir por la ventana y aquello no despierta nada en nosotros, salvo esa sensación de libertad... y de vacío.
Es Viernes santo, viernes 02 de abril del año 2010, la televisión no está llena de películas religiosas, anoche las iglesias rebalsaban de personas y de carritos de pop corn y camote frito en sus puertas.
A un gran porcentaje ya no le importa que sea Semana Santa.
A casi toda la población humana, no le importa porque no creen en Dios y algunos prefieren arrodillarse frente a una vaca, frente a una cruz invertida, frente a la nada... o de la televisión.
Pensamos en las personas que queremos y detestamos.
Y una vez más, nos damos cuenta que aunque estemos en el colegio o en casa...
seguimos perdiendo el tiempo en cojudeces.
Req.
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