Llegué y la verdad es que no conocía a la mayoría que estaba ahí. Quiénes serán... no se, tampoco me importa. Mis amigos se fueron por otro lado y yo me quedé parado, así como suele pasar, a esperar que alguna de esas chiquitas me llamara la atención.
Entonces pasaron unas horas y la vi, bailando sola en la pista entre tanta gente, humo y luces. Me acerqué para pedirle baile, ella aceptó encantada y no me fui de ahí en varios minutos, ya ni siquiera recuerdo porqué todo terminó, cuando se estaba poniendo tan divertido.
Era pequeña, tenía los hombros desnudos y si mal no recuerdo usaba gafas. Parecía una niña, pero definitivamente, no se movía como tal. La atraje hacia mí, puse mis manos sobre su tibia piel y bajé hasta su vientre, de donde me sujeté. La música seguía sonando y ella se movía, yo me movía, todo se movía a mi alrededor. Increíblemente no olía alcohol, al parecer ella no había tomado nada, quizás eso quitaba un poco la diversión... pero de todos modos, su energía era increíble.
Le pregunté su nombre y me lo dio, preguntó tímidamente el mío, se lo di de la misma manera y seguimos bailando en aquella oscuridad interrumpida. Juntó sus manos con las mías, entrelazando los dedos y seguimos bailando, su cuerpo estaba caliente, su cabello olía a peluquería, pero una fragancia agradable. Mis manos fueron subiendo con las suyas y me sonreí cuando intentó bajarlas, temiendo que la tocara, no insistí y poco a poco con el ritmo, volví a intentarlo sin llegar a nada grave... pero pude sentir realmente, todo aquel cuerpo tan pequeño y especial.
Cuando mis manos se encontraban en sus piernas me peñizcó, no sé qué me quiso decir, pero arrugé su vestido ferozmente, como si quiera rompero aquella tela oscura y no se quejó. Bailamos por varios minutos más, frente a frente también, y ahí me di cuenta que en serio era un poco pequeña. Tenía quince años... no parecía. Bailamos más y yo la atraía, queriendo sentir todo aquello solo para mí.
Que rico se sentía ese cosquilleo en todo el cuerpo, en los brazos, en las rodillas, en la entrepierna, así como todos aquellos viernes por la noche.
Una amiga vino a decirle que su papá la buscaba y apenada, se despidió.
Que cosas las de una fiesta...
Ella al fin y al cabo, se retiró.
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