A veces pienso en ti cuando pensabas en mi. Eran los tiempos serenos cuando tu poesía me hacía temblar y por las noches, hasta los huesos, te imaginaba pensando en algún lugar lejano todos los versos que luego me dedicarías. Nunca tuve el tiempo para decirte que me haces feliz, por más que sea en una porción de minutos en mi día. ¿Qué pasaría si nunca regreso y nunca volvemos a hablar? Supongo que las cosas terminarían como las historias de Hollywood; mal, de manera aburrida.
Si tuviéramos un final, desearía que fuera el más dramático de todos. Sufrir por años con tal de verte cambiar un poco, ser más feliz, dejar atrás los vicios. Quizás observándote sanar, yo también pueda sentirme mejor.
Si tuviéramos un final, desearía que fuera el más dramático de todos. Sufrir por años con tal de verte cambiar un poco, ser más feliz, dejar atrás los vicios. Quizás observándote sanar, yo también pueda sentirme mejor.
Cuando pienso en ti pensando en mi, es como un sueño dentro de un sueño, un dolor dentro de otro dolor, algo que nadie, salvo tu y yo, podría entender jamás.
No tenemos nada de tierno, no hay un romance admirable entre los dos, no seríamos una buena historia ni aunque nos narre el lunático más famoso del mundo. Admitámoslo, carecemos de magia, pero quizá cuando estamos juntos, algo florece en nuestra sombra. ¿Alguna vez lo has sentido? Hablamos, tan desde lejos y se siente como a la vuelta de la esquina, tan fresco como las almohadas que nunca compartiremos por la noche y como mirar la ciudad por la ventana nocturna, una ventana que nunca adornará nuestra habitación.
Eres como una nostalgia infinita y sin embargo pensarte me hace sonreír, a escondidas quizá, pero la felicidad es felicidad, sin importar su manifestación.
Cuando piensas en mi, puedo sentirlo. ¿Pero tú sentirás cuando yo pienso en ti? En realidad estoy presente todo el tiempo, quiera o no. Cuando me escribes, supongo que palpito en cada letra, estoy ahí, con mi nuca invisible, mi ebriedad silenciosa, mi sonrisa de niebla triste.
Nunca creas que me escapo como agua entre tus manos. Mi deseo no es desaparecer, no quiero desvanecerme, quiero estar cuando lo necesites.
Estoy ahí, procuro estarlo.
Si vas a olvidarme, siempre recuerda avisarme primero.
Porque eso es lo que yo haría.
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