Hace veinte minutos cerré el libro con una sensación extraña. Desde hace un tiempo, mi placer por la lectura se había visto reducido por una pena extraña. Comencé a comprar libros desmesuradamente, a elegir autores y géneros, separar fechas y elegir qué leer primero, todo solamente porque leer ya no era lo mismo de antes. El niño con el pijama de rayas es una obra del irlandés John Boyne, publicada en el año 2006 y condecorada de una serie de maneras, incluso llevada a pantalla grande en una película dirigida por Mark Herman.
Leer este libro ha sido una pausa en este tiempo en donde solo he sentido desdén hacia algo que tanto amaba: leer. Comencé como si fuera una obra cualquiera, animada por los comentarios que me habían hecho sobre ella y deseando que me hiciera sentir mejor.
Ayer, en cuanto cogí la obra de Boyne, no pude soltarla más. Es una obra de arte diferente a otros libros profundos que alguna vez he podido leer. Está oficialmente con el género de ficción histórica, por el hecho que involucra el tiempo del control nazi, el exterminio de los judíos y los campos de concentración, principalmente el de Auschwitz, en cuyas cercanías se desarrolla toda la historia,
Hijo de un comandante nazi y de una madre frágil, Bruno es un niño curioso y aventurero que ve interrumpida su vida de felicidad en Berlín cuando un día encuentra a la criada María preparando las maletas. Junto con otros criados y su hermana Gretel, una niña pedante y quizá algo cruel, se mudan a una casa al lado del Campo de Concentración de Auschwitz. A sus nueve años, Bruno no tiene la menor idea de quiénes son los judíos o los nazis, de porqué Hitler es una persona tan importante ni lo que son los campos de concentración. Él solo sabe que su padre es un hombre de buen corazón y lo admira mucho y que Auschwitz es un lugar muy triste.En sus deseos por combatir contra el tedio, comienza a explorar en las afueras de la casa hasta que se encuentra con el alambrado que veía desde su ventana y encuentra a un niño llamado Shmuel, prisionero del campo de concentración y que usaba un pijama de rayas.
Es así como comienza la historia cómo dos niños que nacieron el mismo día en el mismo año, se vuelven amigos entrañables. Bruno, en su inocencia, nunca llega a entender por completo qué sucedía al otro lado del alambrado ni porqué Shmuel era un "enemigo" solamente por ser judío.
Esta novela tiene a Bruno representando en carne viva la pura inocencia de un niño que solo desea que todo esté bien y cree que todos son iguales. Se mira cómo gracias a su imaginación y bondad propia, crece con una idea diferente en una sociedad segmentada, excluyente y cruel. Recomiendo este libro totalmente, en especial a aquellas personas que hayan perdido un poco el brillo y estén buscando algo que todavía viva.
Nadie dijo que por ser distintos, tuviéramos que ser enemigos.
Leer este libro ha sido una pausa en este tiempo en donde solo he sentido desdén hacia algo que tanto amaba: leer. Comencé como si fuera una obra cualquiera, animada por los comentarios que me habían hecho sobre ella y deseando que me hiciera sentir mejor.
Ayer, en cuanto cogí la obra de Boyne, no pude soltarla más. Es una obra de arte diferente a otros libros profundos que alguna vez he podido leer. Está oficialmente con el género de ficción histórica, por el hecho que involucra el tiempo del control nazi, el exterminio de los judíos y los campos de concentración, principalmente el de Auschwitz, en cuyas cercanías se desarrolla toda la historia,
Hijo de un comandante nazi y de una madre frágil, Bruno es un niño curioso y aventurero que ve interrumpida su vida de felicidad en Berlín cuando un día encuentra a la criada María preparando las maletas. Junto con otros criados y su hermana Gretel, una niña pedante y quizá algo cruel, se mudan a una casa al lado del Campo de Concentración de Auschwitz. A sus nueve años, Bruno no tiene la menor idea de quiénes son los judíos o los nazis, de porqué Hitler es una persona tan importante ni lo que son los campos de concentración. Él solo sabe que su padre es un hombre de buen corazón y lo admira mucho y que Auschwitz es un lugar muy triste.En sus deseos por combatir contra el tedio, comienza a explorar en las afueras de la casa hasta que se encuentra con el alambrado que veía desde su ventana y encuentra a un niño llamado Shmuel, prisionero del campo de concentración y que usaba un pijama de rayas.
Es así como comienza la historia cómo dos niños que nacieron el mismo día en el mismo año, se vuelven amigos entrañables. Bruno, en su inocencia, nunca llega a entender por completo qué sucedía al otro lado del alambrado ni porqué Shmuel era un "enemigo" solamente por ser judío.
Esta novela tiene a Bruno representando en carne viva la pura inocencia de un niño que solo desea que todo esté bien y cree que todos son iguales. Se mira cómo gracias a su imaginación y bondad propia, crece con una idea diferente en una sociedad segmentada, excluyente y cruel. Recomiendo este libro totalmente, en especial a aquellas personas que hayan perdido un poco el brillo y estén buscando algo que todavía viva.
Nadie dijo que por ser distintos, tuviéramos que ser enemigos.
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