viernes, 17 de febrero de 2012

Eventos (Des)Afortunados

En la última semana todo se puso de cabeza. En algún momento de lo que llevamos del año, me puse a pensar en que borrar personas de tu vida era que carecía de importancia y que las personas iban y venían como el polvo que entra por tu ventana y se va cuando decides limpiar. ¿Quedó un poco claro mi símil? Sí, dije símil, poco a poco comienzo a recordar lo que me enseñaron de figuras literarias y no, no en el colegio, ahí la educación me pareció buena pero con huecos de deficiencia. BANG!
Mi apreciado Búho Terapéutico
Continué en mi estado (aún lo mantengo en realidad) de ser una huraña de las cavernas hasta que en menos de dos semanas todo pareció arreglarse. Las personas se volvieron amigables de repente y algunas que simplemente no debieron de cruzar la puerta de mi realidad, lo hicieron sin tocar. Cosas que pasan. Tuve que entablar conversaciones no muy largas pero bastante delicadas sobre lo sucedido y ahora me pongo a pensar de vez en cuando en si de verdad es necesario desaparecer a las personas de tu vida solo por un evento o dos. Mi posición sigue siendo monstruosa, porque si una persona decidiera desaparecer por algún capricho o molestia absurda hacia mi persona, no haría nada por recuperarla, a menos que de verdad yo tuviera la culpa.
En momentos como estos, se me pasa por la cabeza que no le tengo miedo a la soledad.
Pero todos sabemos que el ser humano, sin relacionarse con los demás, simplemente pierde la cordura (un momento...)
Desde el famoso 14 de febrero, día de materialismo, melosidad y que carece de importancia en mi solitaria vida (cito a mis colegas "Foreveralone") solamente he colgado un poema que escribí en estado de desequilibrio total debido a la hora, al cansancio y a música de géneros desconocidos, un poco tirando a lo psicodélico. ¿Las razones? No quieren saberlo, pero me dedicaré a narrarlo con mis indirectas de siempre (jajá, ríanse). 
Comenzar a leer Los hombres que no amaban a las mujeres fue también abandonar la computadora por un buen tiempo. Desde que leí El Hermanastro, ha sido uno de los pocos libros que me ha tenido tan entretenida hasta el límite que me siente en el suelo por horas a leer, ignorando a mi entorno y a la humanidad, allá afuera. ¿Tendrá que ver con el origen de los escritores? Uno era noruego y el libro que ahora leo fue escrito por un sueco. Escandinavia al poder; probablemente sea porque es uno de los lugares más igualitarios del planeta.
Los días antes del inicio de mis clases en la universidad se pasan densos, pero rápidos cuando llega la noche y tengo que forzarme a dormir. Quisiera volver a nadar una hora diaria, pero el tiempo (como si tuviera algo importante que hacer además del francés matutino) me aprieta las actividades.
Estoy pensando en comprar una novela llamada La joven de las perlas la semana que se viene. Acabo de descubrir que comprar libros es una de mis terapias más eficientes, además de ir donde mi (ahora extrañada) psiquiatra y tomar alcohol jugos de fruta.
Mañana tengo clase de violín y tengo miedo que ese ejercicio de ligaduras de seis con detalles escabrosos en afinación me parta la madre sea muy complicado. "Todo está en la mente" dice mi profesor de violín, el Señor del Mal.
Siempre ha estado en lo cierto.


Con amor
Requiem. 

1 comentario:

Reinhardt Langerhans dijo...

A Reinhardt le gustó la jerigonza mexicana que Réquiem empleó. "Deliciosa :)" dice él.
Desea Langerhans éxito con el idioma franco, Horacio y con los libros, todo un manjar cultural consume la señorita Ramos :3

¡Saludos mexicanos!
Rein y Req están en contacto :D